(PARTE 2-2)
LUISA YBARRA GORIBAR
Para que se le regresaran los bienes, a doña Luisa, el ministro José María Iglesias puso de condición de que dicha señora donara al gobierno los terrenos comprendidos en el llamado Valle del Sobaco, al norte de la hoy San Pedro de las Colonias, además de las del cuadro de Matamoros y después de una labor de convencimiento por parte de Lafragua, doña Luisa aceptó donar dichos terrenos, con las condiciones siguientes: ?Que se den órdenes eficaces para que se le entreguen la totalidad de sus bienes; que en los terrenos de Matamoros se midan exactamente dos leguas por cada viento, desde la iglesia del pueblo; que un lado de las aguas del río Aguanaval sea para los de Matamoros y el otro para la hacienda de la señora?.
Por fin el 24 de diciembre de 1867, se ordenó por parte del gobierno del señor Juárez que se le regresaran los bienes a la señora Ibarra. ?...El C. presidente se ha servido acordar lo siguiente: se devolverán a usted los bienes secuestrados, de los cuales quedarán a favor del erario... los terrenos que comprenden el Valle del Sobaco y 16 sitios... en la parte que está ubicada la Villa de Matamoros... el C. presidente ha tenido a bien... a que se proceda a efectuar la entrega de las mencionadas haciendas de San Lorenzo de La Laguna, Los Hornos y San Lorenzo de Parras, bajo escrupuloso inventario...?.
Queda muy claro afirmar que el problema suscitado entre doña Luisa Ibarra con el gobierno republicano del presidente Juárez, fue causado por el apoyo económico que dicha señora en su persona facilitó a la guerrilla imperialista que actuó en la región de Parras y La Laguna; y por consecuencia la expropiación de sus bienes no fue por causa de infidencia de su esposo Leonado Zuloaga hacia el gobierno republicano del presidente Juárez, como se ha especulado por años en la historia regional. Zuloaga actuó como un liberal de su tiempo en apoyo al gobierno liberal de Santiago Vidaurri. A quien en alguna ocasión Ignacio Ramírez ?el Nigromante?, le llamó ?la espada del Congreso?. El apoyo económico y moral de Zuloaga a Vidaurri y a la causa liberal de su época es innegable, que se prueba con la correspondencia que medió entre ambos personajes durante el tiempo que duró su estrecha amistad (1855-1864).
Por otra parte, Lafragua en sus oficios de defensa dirigidos al presidente Juárez, dejó entrever que la señora Ibarra pasaba por verdaderos problemas económicos al grado de tener que pedir prestado para poder solventar sus compromisos: ?Ya indiqué a usted y ahora le repito, que he visto las cuentas presentadas a la señora, por casas de comercio de esta ciudad, cobrándole gruesas sumas que ha tenido que pedir prestado y no puede pagar...?. Dicho esto doña Luisa se vio involucrada en diversos asuntos de préstamos y de deudas contraídas, para solventar su apurada situación económica causada por la improductividad de sus ranchos y negocios, agrícolas y ganaderos, ocasionados por la guerra que se estuvo librando en la región de La Laguna, desde 1865 y hasta 1867, principalmente. Doña Luisa desde su hogar en San Lorenzo, empezó a hipotecar, vender o arrendar sus propiedades, siempre asesorada por sus sobrinos Andrés, José y Luis Aguayo Ybarra.
Luisa Ybarra Goribar, murió el jueves 21 de octubre de 1886, en su hacienda de San Lorenzo de Parras, de acuerdo a la constancia de su entierro, se dice que falleció de pulmonía y fue sepultada al día siguiente en el panteón de San Antonio de Parras. Sus restos fueron depositados en la misma tumba en el que había sido enterrado su esposo hacía ya 21 años. Su cadáver se colocó en un ataúd forrado de zinc, hacia el fondo de la tumba y encima del mismo se colocaron los restos de su esposo, y los de su madre se pusieron en una pequeña caja negra de madera, junto con los de tres infantes no identificados.
Allí permanecieron aquellos restos durante 117 años, ya que el 23 de agosto de 2003, por sugerencia de un servidor fueron exhumados los restos de Leonardo Zuloaga para ser llevados a la ciudad de Torreón, como fundador de dicha ciudad. La labor de exhumación de los huesos de Zuloaga, que incluyeron los de su esposa, su suegra e infantes, fue realizada por arqueólogos del INAH, de México y de Saltillo. Quienes al proceder a destapar la caja forrada de zinc, y después de haber retirado los que se encontraban encima de la misma, se llevaron una gran sorpresa al descubrir que el cuerpo que allí se encontraba, estaba totalmente cubierto de cal, con excepción de la cabeza. Situación que les indicó a los arqueólogos que dicha persona había muerto de una enfermedad contagiosa, por lo que se apresuraron a retirar sólo el cráneo de la misma, para volver a tapar la caja y retornarla a su lúgubre tumba, una oquedad perfectamente revestida en sus paredes, de aproximadamente dos metros bajo el nivel del suelo.
Por la forma como fue enterrado el cuerpo de doña Luisa, creemos que dicha señora pudo haber muerto de pulmonía, pero que además y en la forma como fue sepultada, estaba enferma de tuberculosis; una de las enfermedades más contagiosas y peligrosas de aquel tiempo. Por lo que los restos que se trasladaron a Torreón y que se inhumaron en el Museo del Torreón, son los de Leonardo Zuloaga, los de doña Isabel Goribar de Ybarra, los de tres infantes no identificados y sólo el cráneo de doña Luisa Ybarra.
Por otra parte existe una versión errónea de que doña Luisa, formó parte de las damas de la emperatriz Carlota, y decimos que es errónea porque sólo al revisar las fechas de los acontecimientos podemos concluir en ello. Veamos: Luisa nació en el año de 1812, Carlota lo hizo en 1840, una diferencia de 28 años, casi de abuela a nieta si tomamos en cuenta que en aquella época el matrimonio de la mujer a los 14 años era muy frecuente. Carlota se casó con Maximiliano en 1857, a los 17 años de edad, cuando Luisa tenía ya 45. Cuando la emperatriz llegó a México en 1864, contaba con 24 años de edad y doña Luisa era ya una señora ?de edad? con 52 años. Mucha la diferencia de edades ¿no les parece?
Por otra parte no queremos imaginarnos cuándo pudo doña Luisa haber realizado aquella actividad en la corte de Carlota. Si su esposo murió en febrero de 1865 y Carlota dejó México en julio de 1866. Además las damas de Carlota eran de las más encumbradas señoras de la capital, no por hacer menos a doña Luisa, sino porque era la realidad y aunque doña Luisa era una rica hacendada, pues realmente creo le faltaba el roce con la clase más alta de la sociedad mexicana de la época.
Para mayor claridad del caso he aquí el nombre de las damas de la corte de Carlota. Señoras: Lizardi del Valle, Esandón de Landa, De la Peña de Hidalgo, de Peña, de Salas, Vivanco de Cervantes, Blanco de Robles, Rocha de Robles, de Esteva, de Almonte, del Barrio de Campero, Robles de Bringas, Mercado de Raigosa, de Rincón Gallardo, Gutiérrez Estrada de González Gutiérrez, Almonte de Herrán, de Uraga, Garmendía de Elguera, Cervantes de Morán y Tagle de Adalid.
Por la diferencia de años resultaría más fácil decir que doña Luisa pudo haber sido ?nana? de Carlota que decir que fue ?dama? de Carlota.
Fuentes:
-Contreras Palacios Gildardo. Parras y La Laguna. 1990.
-Leonardo Zuloaga. Fundador del Torreón. 2003.
-Matamoros. Notas sobre su Origen y Fundación. 2004.
-De la Torre Ernesto. La intervención Francesa. Historia de México. Tomo 8. Salvat Editores de México, S.A. 1974.
-Ramos Lira Adrián. Fotografías exhumación restos de Zuloaga.