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RUMBO AL CENTENARIO

SILVIA CASTRO DE TOWNS

UN GRANDE Y BELLO EDIFICIO...

Hace algunos años, cayó en mis manos una postal de la Plaza Principal de nuestra ciudad. Más allá de los árboles se veía la hermosa cúpula de un edificio. Por detrás de la postal se consignaba que era El Monte de Piedad, pero no se especificaba su ubicación. Me dirigí inmediatamente al directorio de 1908 y en una de sus primeras páginas aparecía una fotografía del hermoso edificio que pertenecía a la Compañía de Crédito y Ahorros, pero tampoco se daban datos de su ubicación.

Varios años después, llegó a mis manos un libro poco conocido: ?¡Ayer y Hoy! O el Despertar de una Ciudad? del teniente Daniel R. García Martínez, editado en esta ciudad en 1957. En él, el autor narra que en dicho edificio se incendió el 18 de julio de 1910 y en ese terreno se construyó posteriormente, el Banco de La Laguna.

En alguna de mis búsquedas en el Registro Público de la Propiedad de nuestra ciudad encontré las inscripciones de las sociedades El Monte de Piedad y de la Compañía de Créditos y Ahorros, desde las cuales se puede reconstruir la historia de estas sociedades:

A principios de 1902, la villa de Torreón crecía vertiginosamente y había tal necesidad de préstamos, que proliferaban las instituciones que se dedicaban a ello. El 24 de enero, Luis M. Navarro, Manuel Garza Aldape, Francisco Urquizo y Federico W. Reyes establecieron una sociedad anónima llamada El Monte de Piedad, con el deseo de dedicarse a operaciones de préstamo sobre prendas como muebles, útiles, enseres y alhajas. El capital inicial fue de 20 mil pesos, dividido en 200 acciones con un valor de cien pesos cada una, de forma que éstas quedaron repartidas equitativamente entre los socios. Como primer presidente del Consejo de Administración resultó electo Luis M. Navarro y como gerente y apoderado general, Federico W. Reyes. Pronto se hizo necesario incrementar el capital social y, el 25 de noviembre de 1904 se acordó hacer una aportación igual a la inicial. En enero de 1907, la sociedad volvió a aumentar su capital hasta sumar 60 mil pesos.

La buena acogida que tuvo la empresa llevó a los socios a ver la conveniencia de construir un edificio donde El Monte de Piedad estableciera sus oficinas. Uno de los mejores terrenos de la ciudad era el que se encontraba en la esquina suroeste de Juárez y Cepeda, frente a la Plaza Principal, propiedad del Municipio. En mayo de 1905, la compañía lo compró al Ayuntamiento en la cantidad de $13,118.80 pesos. Dicho terreno medía treinta metros por sus lados oriente y poniente y poco más de veintisiete metros por sus lados norte y sur. En él, la negociación El Monte de Piedad, S. A., construyó un hermoso edificio de estilo porfiriano que constaba de tres pisos y una buhardilla, era de ladrillo y de cantera, así como también de gran cantidad de madera; una hermosa cúpula coronaba la esquina. En su tiempo fue considerado el más hermoso de la ciudad. Aunque no tenemos mayores datos de la construcción, ésta debe haberse llevado a cabo entre el año de la compra y 1908, pues, como dijimos anteriormente, en el Directorio Político, Profesional de Artes y Mercantil de La Laguna editado en este año, se insertó una fotografía del edificio encabezando la publicidad de la compañía.

La negociación tenía sus oficinas en los pisos superiores, ya que en el directorio, se establece que el almacén de ropa El Telégrafo, propiedad de Víctor G. Posada, ocupaba la planta baja del edificio. En noviembre de 1909, dicho almacén pasó a manos de Ricardo Zaldo y Teodoro Pérez Marañón.

El 29 de diciembre de 1906, tres de los socios, Manuel Garza Aldape, Luis M. Navarro y Federico W. Reyes, constituyeron una nueva sociedad anónima llamada Compañía de Créditos y Ahorros, S.A.; el cuarto socio, Francisco Urquizo quedó fuera de ella. El objeto de esta nueva negociación era el de dedicarse a todo género de operaciones de crédito, la compra y venta de toda clase de bienes y valores y el establecimiento de una caja de ahorros. El capital social quedó establecido en ciento cincuenta mil pesos a los que se sumaron cincuenta mil más un año después.

En abril de 1908, los socios de El Monte de Piedad, S.A. disolvieron la sociedad y traspasaron sus acciones a la Compañía de Créditos y Ahorros, S.A. Entre los bienes traspasados estaba el hermoso edificio que la sociedad había construido frente a la Plaza.

?Un grande y bello edificio quedó reducido a cenizas?, anunció el diario capitalino El Imparcial el 14 de julio de 1910. La madrugada de ese día un incendio terminó con el edificio construido por la sociedad El Monte de Piedad.

El incendio, que se inició hacia las cinco de la mañana, en dos horas dejó el edificio reducido a cenizas, a pesar de que un ?gran número de policías, asistidos por no pocos vecinos, acudieron al lugar del siniestro, haciendo sobrehumanos esfuerzos para contener el avance del voraz elemento que amenazaba por momentos a las casas cercanas?, algunas de los cuales amenazaban desplomarse.

Las fuentes de la época explicaron la rapidez en la propagación del fuego por la cantidad de madera empleada en la construcción. Algunos testigos aseguraron que el fuego comenzó por el departamento de montepío, propagándose con gran rapidez e invadiendo el establecimiento de ropa El Telégrafo, que ocupaba el pío bajo del edificio. De allí, en su vertiginoso curso, invadió el segundo y tercer pisos.

El soberbio edificio fue completamente destruido. Había costado, según el reportaje, ciento cincuenta mil pesos; además en él se resguardaban bienes por cien mil pesos. La compañía se encontraba asegurada, por lo cual las pérdidas para los socios no fueron de consideración. No sufrió la misma suerte El Telégrafo ya que sólo tenía aseguradas parte de sus mercancías, según aseguró su propietario, Ricardo Zaldo.

La ciudad se encontraba consternada, pues además de la pérdida del edificio, gran número de personas tenía enajenadas en la compañía, alhajas, ropas, muebles, títulos de fincas, etc.

Ese mismo día se demolieron cuatro de los muros del edificio ya que amenazaban desplomarse. En cuanto al Casino de La Laguna ?no sufrió el más leve desperfecto debido a su buena construcción y a que se encuentra separada de lo que fue el edificio de la Compañía de Créditos, por un callejón de cuatro metros de ancho?.

Las verdaderas víctimas del siniestro fueron los inquilinos de los pisos superiores porque perdieron todas sus pertenencias. Una de las personas que habitaba el segundo piso fue salvada por la policía y, si en un primer momento no se lamentaron víctimas, al transcurrir las horas no fue posible encontrar a las tres personas que habitaban en las casas incendiadas. En este caso no sabemos a qué casas se refiere, si a quienes vivían en los altos del edificio siniestrado o a las casas contiguas a éste por la calle Cepeda. De cualquier forma, en los días subsecuentes no se aclaró si el fenomenal incendio había dejado víctimas.

Así consignó El Imparcial el final de uno de los más bellos edificios de la ciudad.

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