Uno de los principales problemas que enfrenta la población de San Pedro es la adicción a la heroína. La mayoría de sus habitantes sabe dónde se encuentran los famosos “picaderos”, y también quiénes son los encargados de comercializar la droga. El problema ha superado por mucho a las autoridades de todos los niveles.
Dicha problemática ha tenido como consecuencia directa que 75 internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) se encuentren infectados con hepatitis C, la cual es considerada como mortal. Dos casos corresponden a mujeres y todos se mantienen dentro de un cerco sanitario establecido desde hace tiempo al interior del penal, para evitar contagios. La cifra representa un 52 por ciento de la población conformada por 135 internos.
Según Benjamín García Santos, director del centro penitenciario de San Pedro, el contagio se produjo en el exterior, ya que los enfermos manifestaron antecedentes tanto de promiscuidad sexual como de adicción a drogas heroicas para las que se utilizan jeringuillas.
Las autoridades estatales han solicitado ya un Plan Emergente de Atención a la Secretaría de Seguridad Pública Federal para que auxilie en la atención médica. Por desgracia el problema no es nuevo, fue en 2002 cuando se detectaron los primeros casos de este padecimiento en dos de los reos, por lo que desde entonces a cada persona que es detenida y se le dicta auto de formal prisión primeramente es sujeta de revisión médica. Sin embargo, ante el incremento de los enfermos, sólo queda decir que las medidas adoptadas han sido insuficientes.
Las condiciones en que se encuentra la mayoría de los centros penitenciarios del país son por demás precarias y donde los principales problemas son: el hacinamiento, la corrupción, los castigos ilegales y condiciones de vida subhumanas (en materia de comida, alojamiento, servicios mínimos como agua y atención médica). El caso del Cereso de San Pedro es tan sólo una muestra más de una realidad que afecta a todo el país. Es urgente que las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar la propagación de un mal que es mortal.
