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Salud y política/Hablando de encuestas...

Rafael Álvarez Cordero

Se ha dicho que las encuestas son simples instantáneas que señalan lo que sucede en un momento dado, en un día preciso, en un lugar determinado; las encuestas no son ni análisis históricos ni cartas de adivinación, mucho menos oráculos que descubren el futuro.

En México estamos hasta la coronilla de encuestas, porque por un lado hay numerosas empresas, buenas, malas y peores, que se dedican a hacer encuestas, por otro lado los interesados (partidos políticos, políticos en lucha, comunicadores, etc.) tienen entre su equipo a encuestadores más o menos “a modo”.

Y finalmente, los medios de comunicación señalan lo que afirma tan o cual empresa encuestadora, pero hacen un análisis de los resultados, y en ocasiones modulan la interpretación.

Pues bien, lo importante en las encuestas de nuestro país es que después de muchos meses, casi años en que un candidato se presentó como el único viable para llegar a la primera magistratura, una serie de errores y tácticas equivocadas de campaña, en las que no supo medir la sensibilidad de los mexicanos, le han restado muchos puntos.

Al juntar su silencio, al abstenerse de participar en un debate público, y por su reiterada afirmación de que es el único y quienes opinen lo contrario están errados o manipulados, los mexicanos decidieron abandonar esa preferencia y pensar en otra más racional.

Por lo pronto, hoy sabemos que el candidato del PRI ha sufrido un descenso en las preferencias electorales, lo que no quiere decir que su muerte está asegurada; sabemos también que el candidato del PRD intenta cambiar su estrategia, porque sus insultos y ofensas públicas, su ausencia en el debate y demás le han mermado mucho.

Y también sabemos que el candidato del PAN ha subido poco a poco al presentarse como un individuo coherente, con un discurso accesible y entendible, y una apariencia cada vez más “presidenciable”.

Pero no hay más que decir, las encuestas son las encuestas y aún falta mucho para la elección presidencial; vale la pena mirar hacia el norte y observar lo que dicen otras encuestas, las que califican al presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.

Bush Jr. logró ya empatar con su padre, Bush senior, en popularidad: en julio de 1992, papá Bush tuvo el más bajo porcentaje de aprobación: 30, ya que 70 de cada 100 norteamericanos repudiaban la forma como gobernaba; en el mes pasado, esa cifra fue alcanzada por Bush hijo, lo que lo hace tan impopular como lo fue su padre antes de perder la Presidencia frente a Bill Clinton.

Pero no sólo eso, sino que de los pocos que aún lo apoyan, 45 por ciento son cristianos evangélicos, 69 por ciento son republicanos y 51 por ciento son ultraconservadores, lo que significa que el gran pueblo norteamericano está hasta la coronilla de su presidente.

Sabe que Irak nunca tuvo armas nucleares, que su guerra ha sido la peor catástrofe, que más de tres mil yanquis muertos y más de 40 mil heridos o lisiados son algo inadmisible, que la economía yanqui va mal, (alza de gasolina, alza de precios).

Repudian ahora que haya colocado como jefe de la CIA a un militar, el general Michael Hayden, lo que significa que se aumentarán las violaciones de los derechos humanos de los norteamericanos con espionaje, intercepción de llamadas, detenciones e interrogatorios arbitrarios sólo por tener piel oscura, ojos negros y barba, espionaje de enemigos políticos, etc..

Triste final de quien quiso imitar a papá, quiso superar sus errores haciendo una guerra inmoral, innecesaria y tonta, y que finalmente lo alcanzó, logrando como él, el récord de impopularidad, el más bajo en 50 años.

Y cuando la gente lo ve en la televisión pregunta: ¿de qué se ríe, señor presidente?

Correo electrónico:

raalvare@infosel.net.mx

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