Reportan más de cien muertos, entre civiles y delincuentes.
Sao Paulo, (EFE).- La normalidad retorna hoy lentamente al estado brasileño de Sao Paulo tras cuatro noches de ataques del crimen organizado que dejaron más de un centenar de muertos y paralizaron por un día el principal polo económico y financiero del país.
Los últimos ataques de la mafia de presos Primer Comando de la Capital (PCC), que fueron perpetrados en la madrugada de hoy contra tribunales y viviendas de policías en las ciudades de Sao Paulo, Osasco, Campinas y Batataes, dejaron cinco muertos, todos delincuentes abatidos, informó la Policía Militar.
Un boletín de la Secretaría de Seguridad Pública, divulgado hoy, señaló que los delincuentes han perpetrado 251 ataques que han causado 115 muertos y 53 heridos.
Entre las víctimas fatales hay 40 miembros de los organismos de seguridad, cuatro civiles y 71 delincuentes, pero el balance no hace mención a cerca de una decena de presos que, según la policía, murieron el fin de semana en las rebeliones simultáneas incitadas por el PCC.
Con la disminución de los ataques y el fin de las rebeliones en las cárceles amotinadas desde el pasado fin de semana, los paulistas comenzaron a volver hoy a sus actividades, aunque temerosos de un rebrote de la violencia que el lunes llevó a la población al pánico.
Muchos colegios y universidades suspendieron hoy las clases por precaución, el comercio abrió más tarde de lo habitual y los autobuses de servicio público volvieron a circular normalmente en Sao Paulo, pero el movimiento de público fue menor que el de un día normal.
"Tengo dos hijas en escuelas diferentes y de ambas avisaron ayer en una nota que no habría clases hoy", comentó Valeria Bordallo, una odontóloga de Río de Janeiro.
Bordallo dijo que, pese a que está acostumbrada a la violencia en Río, ciudad que visita semanalmente, nunca vio una situación de pánico parecida a la de ayer en Sao Paulo, que paralizó la ciudad de 18 millones de habitantes en su área metropolitana.
Tras el vendaval de violencia, sangre y muerte provocado por el PCC en represalia por el traslado a prisiones de máxima seguridad de 765 presos, entre ellos los cabecillas de la banda, las autoridades y especialistas empiezan a discutir las consecuencias de la ofensiva criminal.
Lo primero que ha salido a flote es una versión de prensa según la cual los ataques y las rebeliones en las cárceles cesaron por un acuerdo negociado entre representantes del Gobierno de Sao Paulo y el PCC, lo que fue negado hoy por el gobernador, Claudio Lembo.
"No estamos haciendo ningún acuerdo con el crimen. Combatimos y logramos controlar las rebeliones en los presidios", dijo Lembo a periodistas.
El delegado general de la Policía Civil de Sao Paulo, Marco Antonio Desgualdo, también refutó esa versión y dijo que "no se puede hacer acuerdos con bandidos".
Lembo, del Partido Frente Liberal (PFL), en la oposición, rechazó ayer el ofrecimiento del presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, de enviar refuerzos policiales y militares a Sao Paulo para poner fin a la violencia con el argumento de que los 130.000 policías paulistas estaban en condiciones de mantener el orden.
Su decisión fue criticada por algunos especialistas, que la consideran una maniobra para evitar que Lula, que seguramente se presentará a la reelección en los comicios de octubre próximo, use políticamente el asunto de la violencia contra su principal rival, Geraldo Alckmin, que hace un mes y medio dejó la Gobernación de Sao Paulo en manos de Lembo para disputar la presidencia.
"Es una cuestión puramente política. No hay preocupación con la seguridad de la población y de los policías", opinó el presidente de la Asociación de Cabos y Soldados de la Policía Militar, Wilson Moraes.
Mientras tanto los secretarios de Seguridad Pública de los 27 estados brasileños se reunieron hoy en Brasilia para debatir la ola de violencia en Sao Paulo y se quejaron de la reducción del presupuesto para seguridad, que el año pasado mermó el 28 por ciento en comparación con el del 2004.