En memoria del gran muralista David Alfaro Siqueiros por
el oprobioso ninguneo de
Foxilandia y por la ingratitud del PRIAN.
Marta Sahagún de Fox le ha hecho mucho daño a este país. Su ambición y protagonismo le impidieron a su enamorado marido gobernar como hubiera debido. El buen Chente se sintió Juan Domingo Perón en la Argentina y se encandiló con el sueño de perpetuarse en el poder a través de su “Evita” o de su “Isabelita”... sólo que ni México es Argentina, ni Martita tiene algo que ver con la carismática Evita y ni siquiera con la más gris Isabelita, que fue la que de hecho heredó momentáneamente el poder del controvertido líder justicialista.
La discusión sobre la esposa presidencial tiene ya demasiado tiempo, ha ocupado y desperdiciado demasiados espacios periodísticos y demasiado libros pasquines de gran venta, como para que todavía se siga distrayendo la atención del país. Ya basta de perder el tiempo y el rumbo de la crítica con tantos artículos en diarios y hasta en revistas como la demandada “Proceso”, sobre la sórdida vida privada de la mujer del presidente o sobre sus yerros culturales, que se multiplicarán en estos meses por su ignorancia y carencia de autocrítica, es el cuento de nunca acabar... ¿y para qué? Ya casi no es presidenta ni quiere repetir.
Que si Bribiesca le hacía y le tornaba no tiene importancia, que si no sabe quien es Rabindranath Tagore, tampoco, aunque coincido con Víctor Trujillo: el día que la gente en el poder sea más culta nos irá mejor.
En cambio sí hay que enfocar las baterías de la crítica, innumerables señoras y algunos señores, que se especializan en el tema “Marta”, sobre la gran responsabilidad de la señora Fox en la debacle política y cultural del foxismo (entre otras fallas como la económica que no se puede ocultar ya como lo demuestra el alza generalizada de los servicios). En lugar de atarantar a la gente con tanta futileza, hay que analizar lo que causó la muy adelantada sucesión, por ejemplo, y la desgastante pérdida de tiempo en asuntos como las intrigas que urdió, como el desafuero de AMLO, así como su excesiva influencia en dependencias oficiales, etc.
Esa larga ingerencia de Marta Sahagún en la vida política debe examinarse a fondo y sancionarse en el Congreso que no ha atendido el dañino nepotismo del mandatario que dio sin respeto a los mexicanos tan extenso poder a su cónyuge. Y claro no se debe olvidar la corrupción de los hijos Bribiesca (metidos en el petróleo, en Ciudad del Carmen, Campeche y empeñados en apoderarse de 64 hectáreas de zona ecológica protegida de la Isla de la Roqueta en Acapulco, Guerrero, a través del socio poblano, de apellidos Haces Perdomo).
Hay que recordar la corrupción de la propia Marta en Vamos México, que una vez tras otra ha negado la PGR, precisamente dependencia manejada por la cónyuge presidencial. En cuanto a la Cultura... la señora Fox y su amiga Sari Bermúdez, que se ganó la Dirección de Conaculta, por escribirle un librito lambiscón, impusieron su ignorancia y ligereza.
Dejando de lado el desconocimiento de la pareja presidencial de escritores universales como Jorge Luis Borges o el citado Tagore, el desprecio de los valores nacionales infligieron grandes daños al patrimonio cultural de la nación. Son varios grandes hombres los afectados, pero hoy hablemos nada más del muralista David Alfaro Siqueiros -¿le suena lector?- quien murió un día seis de enero, en 1974, en Cuernavaca, Morelos. En su testamento, el muralista legó al Pueblo de México, la casa en que vivió con su familia, hoy “Sala de Arte Público David Alfaro Siquieros”, en la calle de Tres Picos 29, colonia Polanco, Delegación Miguel Hidalgo, D.F.
A principio de los noventa (Salinas al mando) sus familiares solicitaron que dicha calle llevara el nombre de Siqueiros, pero no fue así porque a un vecino extranjero le gustaba mucho eso de los tres picos...
En esa casa-museo hoy está embodegada la herencia de uno de los más grandes pintores de México, mundialmente famoso. Está fuera de la vista del público mexicano o visitante, un tesoro inapreciable, que no ha interesado a los funcionarios de Foxilandia: todo su archivo personal (alrededor de ocho mil piezas), toda la obra de caballete (12 cuadros), 40 litografías, fotografías, bocetos de futuros murales, como el que se realizó en el Polyforum y otros, inconclusos por su deceso.
Si no fuera este país, en este régimen, más bananero que nunca, habría a diario colas de visitantes en la casa de Siqueiros. Pero como no está él, sólo lo que se le ocurre a la invasora-curadora Itala Schmelz, quien embodegó la obra del dueño de la casa, para dedicarla a sus cuates y como la “Sala de Arte Público David Alfaro Siqueiros”, depende de Bellas Artes, cuya supercabeza ¿hueca? es la cuatacha de Marta, Sari Bermúdez, se da el aberrante caso de que Siqueiros haya sido sometido al destierro en su propio museo.
También legó a México su propiedad “La Tallerada”, ubicada en la Calle Venus siete, en Jardines Cuernavaca, Morelos, donde pintó el mural del Polyforum, y dejó in situ tres murales que quedaron inconclusos.
Murió en esa casa, que también debería ser un gran museo para Cuernavaca, pero con todo esto y el gobernador Estrada Cajigal, narcopanista en Morelos, ¿qué se puede esperar? David Alfaro Siqueiros nació en Ciudad Camargo, Chihuahua, el 29 de diciembre de 1896 y murió el seis de enero de 1974. Se festejará el próximo día 11 de este primer mes de 2006 su aniversario luctuoso en la Rotonda de los Hombres Ilustres en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México. Ahí la gente podrá recordarlo ¿en las propiedades que regaló al pueblo, también, señores del INBA que no son totalmente foxistas y no le tienen horror a la cultura y al “comunista” Siqueiros?
Los murales de David Alfaro Siqueiros en diversas ubicaciones necesitan mantenimiento. La obra se irá perdiendo en manos de gente cada vez más cretina y sectaria que no escucha ni siquiera a los que con la familia del formidable muralista, tratan de salvarla. Antes de desmembrarse en busca de huesos, el ¿honorable? Congreso de la Unión debería llamar a cuentas a la “Sinculta” Sara Bermúdez y a su madrina, vapuleada por tonterías, pero no por su culpabilidad. El pueblo de México, heredero legal de Siqueiros, tiene derecho a saber qué hizo Foxilandia con su patrimonio.
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