Dos hombres, cuya confianza y amistad los había unido y hecho compadres durante muchos años, un día desafortunadamente ambos cayeron en un conflicto serio a pesar de que tenían mucho tiempo de llevar una buena relación y trabajar juntos en las labores del campo, compartiendo maquinarias e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un mal entendido y fue creciendo hasta llegar a una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. Una mañana alguien tocó la puerta de uno de ellos, al abrir vio que era un hombre con herramientas de carpintero, el cual dijo: ?estoy buscando trabajo, quizás usted requiera de mis servicios para hacer algunas reparaciones aquí en su propiedad y yo pueda hacer algo que usted necesita?. ?Sí?, dijo uno de los compadres, ?precisamente tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo vive mi compadre, de hecho era mi mejor amigo. Como ve usted hace unos días todo esto era una hermosa pradera y una amistad envidiable entre nosotros; pero un día él tomó el bulldozer y desvió el cauce del arroyo para que nos dividiera. Bueno con toda seguridad hizo esto para que yo me enfureciera, pero yo le voy hacer una mejor. ¿Ve usted aquellos tablones de madera junto a la casa? Quiero que construya una gran cerca por lo menos dos metros de altura. Porque la verdad no quiero verlo nunca más. El carpintero le dijo: ?creo que comprendo la situación. Muéstreme dónde están los clavos y la pala para hacer los hoyos para colocar los postes y le entregaré el trabajo, el cual lo dejará satisfecho?. El dueño de la propiedad le entregó al carpintero todos los materiales y lo dejó solo por el resto del día mientras él iba por algunas provisiones al pueblo. El carpintero duró todo el día midiendo, cortando y clavando. Cerca del ocaso, cuando él regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. El agricultor se quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó.
¡No había ninguna cerca de dos metros! En su lugar el carpintero había construido un puente. ¡Un puente que unía las dos propiedades sobre el arroyo! Era un hermoso puente, con todo y pasamanos. En ese momento su compadre, su gran amigo se dirigió a él para abrazarlo y decirle: ?de veras eres todo un gran tipo, mira qué construir este hermoso puente después de lo que te he hecho?. Estaban los dos en reconciliación, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas para retirarse. ?No, espere, le dijo el compadre que lo había contratado. Tengo muchos proyectos para usted?. El carpintero le contesto: ?me gustaría quedarme, pero aún tengo muchos puentes qué construir?.
¡LO QUE NUNCA DEBE FALTAR EN CASA!...
El botiquín de primeros auxilios. Si ya tienes uno, felicidades. Ahora checa que no falte lo más esencial como son: abate lenguas, ligas, kleenex, curitas, lápiz, borrador, chocolates kiss y bolsitas de té. ¿Para qué?... Ahora verás: abate lenguas para ver que sólo expreses palabras alicientes; kleenex para secar tus lágrimas cuando te sientas triste por alguna circunstancia; ligas para acordarte de ser flexible, ya que las cosas y las personas no siempre son de la manera como tú quieres que sean. Curitas para ayudarte a curar aquellos sentimientos y heridas, ya sean tuyos o de los demás; lápiz para que anotes diariamente todas las bendiciones (que son muchas); borrador para que recuerdes que todos cometemos errores y no pasa nada; chicle para acordarte de pegarte todo aquello que puedes sacar adelante con tu esfuerzo; chocolate kiss para que te acuerdes que todo mundo necesita un beso o un abrazo diariamente; bolsitas de té para tomarte tiempo, relajarte y hacer una lista de todo lo que tienes y tus bendiciones diarias. Reflexión: si tienes un trabajo que en verdad ames, considéralo como parte de tu vida. ?Seguimos presentes?.
