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Seguimos Presentes / EL PRECIO DE LA TRASFORMACIÓN

Jorge Romero Montañés

Hoy prometo iniciar una nueva etapa y hacer más con mi vida; alcanzar la grandeza que existe dentro de mí y que está esperando ser utilizada. Hoy dejaré de huir de mí mismo y ya no fracasaré jamás, éste es el día que por fin tengo el valor de enfrentarme a las circunstancias y los problemas y los venceré uno a la vez. No volveré a tomar el camino fácil. Sacrificaré placeres temporales disciplinando mis apetitos físicos y emocionales para alcanzar excelencia en mis esfuerzos, de acercarme a mi meta. Alimentaré mi mente de información y mi espíritu de positivismo y entusiasmo y en mi continua jornada no permitiré que mi mente sea invadida por el ocio, ya que sé que tengo la fuerza de voluntad necesaria para evitarlo. Hoy también renuncio a la desidia, pereza, ignorancia, debilidad de carácter y otros malos hábitos que hunden al ser humano en las tinieblas de la mediocridad y del conformismo. Pagaré el precio necesario de alcanzar esta meta, porque sé que el dolor del fracaso es mayor que cualquier sacrificio de trabajo. Sé que al hacer esta trasformación estoy dando un paso muy importante en mi vida, porque al cumplirlo estaré preparado para continuar con mi siguiente meta y por primera vez puedo comprobar que tengo control de mi destino. Por fin empezaré a ser inmensamente feliz realizando mis sueños y he dejado mentiras y excusas en el pasado. Yo no me conformaré con sólo limosnas de la vida para sobrevivir, para triunfar nací y fui diseñado, y hoy sé que las grandes puertas de la felicidad, la riqueza y la tranquilidad se abrirán para mí y para mis seres queridos. Si no cumplo con esta promesa merezco, que la vida me siga tratando como hasta hoy lo ha hecho. A continuación he escrito una hermosa melodía titulada Vive del cantautor José Ma. (Napoleón) que va relacionada con el valor que cada uno de nosotros le debemos darle a nuestra existencia. La cual dice así: ?Nada te llevarás cuando te marches, cuando se acerque el día de tu final. Vive feliz ahora mientras puedas tal mañana no tengas tiempo para sentirte despertar. Siente correr tu sangre por tus venas, siembra tu tierra y ponte a trabajar, deja volar libre tu pensamiento, deja el rencor para otro tiempo y echa tu barca a navegar. Abre tus brazos fuertes a la vida, no dejes nada a la deriva, del cielo nada te caerá.

Trata de ser feliz con lo que tienes, vive la vida intensamente, luchando lo conseguirás. Y cuando llegue al fin tu despedida, seguro que feliz sonreirás, por haber conseguido lo que amabas, por encontrar lo que buscabas, porque viviste hasta el final?. ¡Qué le pareció la letra de esta melodía. ¿Verdad que tiene palabras sabias, ya que cada una de ellas tiene un significado? ?Y esto va relacionado a la gran promesa de cambio?, que es lo mismo ?Al precio de la transformación?.

ABROCHESE EL CINTURÓN... (Aparte de ser obligatorio)

¿Sabe usted lo que sucede en el primer segundo, cuando una persona viaja en un automóvil a una velocidad de 100 kilómetros por hora y choca contra un objeto. La respuesta con los siguientes datos basados en experimentos absolutamente científicos. En la primera décima de segundo: la defensa delantera y la parrilla del vehículo se destruyen. Segunda décima de segundo: el cofre se desmorona levantando y golpeando el parabrisas, mientras que las ruedas traseras se levantan del piso. Simultáneamente las salpicaderas empiezan a envolverse con el objeto sólido y aún cuando el bastidor del carro se ha detenido, el resto viaja todavía a la velocidad de 100 kilómetros por hora. El instinto hace que el conductor estire sus piernas contra el impacto y rodillas. Tercera décima de segundo: el volante empieza a desintegrarse y la varilla del mismo alcanza el pecho y las costillas del conductor. Cosa que no sucedería si el cuerpo se mantuviera en su lugar en la parte de atrás del asiento, o sea si tuviera puesto el cinturón. Cuarta décima de segundo. Lleva más de medio metro de frente del vehículo destruido mientras que la parte trasera, aún se mueve a 100 kilómetros por hora. Quinta décima de segundo: el conductor queda aprisionado por el guía y la sangre llega a sus pulmones. En este caso, si trajéramos el cinturón de seguridad sólo nos romperíamos las costillas por la presión, pero no dañaría de manera importante los pulmones, ni lesionaría los órganos internos. Sexta décima de segundo. El impacto es tan fuerte que a los pies se le salen los zapatos aunque estén bien atados. Los pedales se enredan en los pies. El bastidor del carro se dobla por la mitad y la cabeza del conductor golpea el parabrisas y el tablero mientras las ruedas traseras, aún girando, caen nuevamente al piso. En ese momento con el cinturón puesto, lo que ocurriría es que nuestra cabeza se mantendría en posición por la tensión normal ocasionada por el instinto natural de conservación. Séptima décima de segundo: los ejes y las puertas caen del bastidor del carro atrapando al conductor. Pero a él no le incomoda porque ya está muerto y las últimas tres décimas de segundo no significan nada para él, pues el problema son únicamente las primeras siete décimas de segundo.

Piense usted si el impacto hubiese sido con otro vehículo, la fuerza del mismo se duplicaría por la velocidad de ambos. Ahora, ¿quiere usted por favor abrocharse el cinturón de seguridad...

?PENSAMIENTO?

¡Sé alegre y optimista! Cuando te dirijas a tu trabajo, hazlo dichoso(a). El trabajo que haces es digno de tu persona. Aunque sea pequeño en apariencia, es mucha responsabilidad para ti y para el mundo. Nunca olvides agradecer a Dios el trabajo que te proporciona el pan de cada día. Llega a tu sitio de trabajo con el corazón contento, y tu trabajo se te convertirá en pasatiempo y estímulo, fuente de alegrías y desbordantes de felicidad inmensa para cada día que empieza. ?Seguimos presentes?.

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