La instrucción de los estudiantes en el salón de clases, así como la educación y/o formación de los hijos en el hogar requiere de los maestros y los padres, ahora más que en otras épocas, una diversificación de habilidades. Las razones para la anterior afirmación son: la tecnología cada vez más compleja, la conciencia de problemas educativos que requieren atención especializada, los cambios de valores, la sociedad y la convivencia cada vez más compleja, y que hoy día tenemos nociones más adecuadas sobre el proceso de aprendizaje, tanto académico como social.
Frecuentemente los maestros enfrentan problemas causados por niños cuya conducta interrumpe el orden de la clase. Los niños que molestan a sus compañeros, los que demandan atención, los que son distraídos o ?incontrolables?, se encuentran en realidad en todo salón de clase.
En el hogar los hijos a menudo se comportan de manera que pasan por alto las normas establecidas, no cooperan en las tareas diarias, los hermanos pelean, los niños tienen ?berrinches?, los adolescentes mienten o presentan actitudes desafiantes, etc. No se puede negar que a menudo se requiere la intervención de un especialista, el psicólogo. Sin embargo, los maestros, padres, personas que tienen niños a su cargo, pueden cambiar o alterar positivamente la conducta de los niños y jóvenes haciendo un uso metódico de los conceptos para una disciplina asertiva.
La mayoría de las conductas se aprenden a través del ambiente en que se encuentran las personas. Mientras éstas se encuentran ya sea en el hogar o el salón de clases, pueden estar adquiriendo muchas formas de comportamientos adecuados e inadecuados. En cualquier caso, ambas clases de ambiente se prestan a que los niños y jóvenes puedan aprender mayormente conductas adecuadas y superar las inadecuadas.
Así como el aprendizaje y comportamiento de los niños o jóvenes está influenciado por el ambiente, la conducta de los padres y los maestros está influenciada, a su vez por las reacciones de los hijos y/o los estudiantes.
Esto anterior no debe perderse de vista, ya que la conducta y actitudes de los padres y maestros es un factor muy relevante en cuanto a influenciar el comportamiento de las personas a su cargo, por consiguiente deben aprender a mantener un adecuado auto-control conductual y emocional, además de conocer métodos científicos de manejo de la conducta para ser más efectivos en su papel disciplinario, y en el caso de los maestros por su papel adicional como educadores.
¡Disciplina! La palabra disciplina en su origen proviene de ?discípulo?, un seguidor de un ?maestro?. Nadie consideraría a un discípulo siguiendo a su maestro por temor del castigo, sino por convicción personal interna. Como padres, maestros o personas que tenemos niños y jóvenes a su cargo, de seguro preferiremos que ellos sigan o cumplan con las reglas disciplinarias porque creen en ellas, en vez de hacerlo porque tienen miedo a sus represalias. Cada vez que un niño o un joven cree en una regla o norma, es más fácil para él disciplinarse a sí mismo.
Las normas y/o el sistema disciplinario que es aceptado racional y emocionalmente, trabajan o llevan psicológicamente al auto-control o la auto-disciplina de manera que el individuo puede por sí mismo comportarse como una persona ?madura? según la etapa de desarrollo y limitaciones que tiene en su crecimiento. Las personas aprenden en específico a guiar su propia conducta, a tomar decisiones apropiadas, a razonar sobre sus elecciones y sus consecuencias, etc. De manera que los niños y jóvenes escogen los comportamientos apropiados cuando los adultos no están presentes. Luego, otro efecto importante de la disciplina adecuada es que produce un nivel positivo de auto-estima.
Para lograr la meta de la disciplina, son muy importantes: 1.- El estilo de autoridad. 2.- Los métodos disciplinarios. 3.- Características de una disciplina adecuada (?positiva? y asertiva).
La conducta apropiada es algo que resulta de un proceso aprendizaje; no nace con las personas de manera natural. Disciplina significa aprendizaje y es el medio por el cual los padres, maestros, y cualquier otra persona pueden conseguir que los niños y jóvenes aprendan a comportarse bien o apropiadamente. De ahí que resulte importante el identificar aquellas características que distinguen la disciplina adecuada de la no adecuada.
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