Érase una vez, cuenta la historia, que en una casa del centro del país cuando a la edad de cinco años, como lo hacen todos los niños y niñas de esta edad, había uno que encontró un color y se tomó la libertad de rayar las paredes de la casa. Al darse cuenta la mamá le informó (dígase, se quejó) al papá para que él hiciera lago con aquel niño.
El papá vio lo que el niño había realizado y al otro día sin más ni más compró pintura negra para pizarrón y lo que comprendía la estatura del niño, es decir, de un metro y medio para abajo pintó todas las paredes de la sala y además le dotó de una caja de gises de colores a su hijo. De tal manera que el niño aquel pudo pintar con permiso en las paredes a un bajo costo y sin que la mamá lo regañara.
Pasó el tiempo y este niño se dedicó a las artes plásticas, uno de los grandes muralistas de México, sus obras están en lugares como el Palacio de Bellas Artes en el DF, su nombre se escribe con letras de oro, junto con las de su esposa Frida Kahlo, el maestro Diego Rivera.
Si vemos esta historia nos podemos preguntar cuántas veces hemos dicho o escuchado a los padres (más a las mamás) decir: ?mira cómo vienes, otra vez anduviste revolcando de nuevo en la tierra para construir tus casas de lodo verdad?, o frases como: ?otra vez hijita qué cochinero me has hecho en la cocina con esos pasteles que saben tan feos?.
Los padres juegan un lugar importante en la orientación vocacional, primero en identificar las habilidades, capacidades y preferencias que tienen los hijos, y posteriormente, en ayudarles a desarrollarlas para que alcancen su desarrollo pleno.
Históricamente encontramos que el padre enseñaba a su hijo su oficio y continuaba la tradición de la familia. Actualmente, con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, una persona puede seleccionar entre una muy amplia variedad de actividades con las que uno se puede desarrollar, aunado a esto, se encuentra que cada Ser Humano tiene muy diversas aptitudes, actitudes y capacidades, lo que a cada uno nos hace ser diferente de otro.
Cuando se reconoce que cada uno de nosotros es diferente, principalmente entre los hermanos, permite que cada uno puede desarrollar muy diferente actividad y cuando esto se acepta se le brinda la confianza para poderlo desarrollar.
Al recibir la aceptación de lo que uno es, brinda la confianza en uno mismo. Tener confianza en uno mismo nos lleva a mantener un compromiso con lo que hacemos y es en este momento cuando explotamos todo nuestro Ser Humano.
Desarrollar la confianza en nuestros hijos implica también reconocer que no se tienen capacidades para todo. Es posible que un alumno o alumna pueda tener problemas con algunas materias en la escuela y en las demás ir bien.
Alentarlos a que sus acciones estén orientadas a su propio desarrollo y beneficio es algo que todo padre y madre debe generar, evitando frases como ?necesito que saques buenas calificaciones?, ?un ocho para mí no es suficiente? o la más frecuente: ?mira todo lo que me sobé el lomo trabajando para que tú me vengas con esas calificaciones?.
Que esto es muy diferente a decir: ?estoy seguro que tú tienes capacidad para desarrollar más ¿qué está pasando? O ?Tus bajas calificaciones corresponden al poco esfuerzo que pones en estudiar, si dedicas más tiempo a realizar tus tareas y repasar las clases mejorarías tus promedios?.
Recordemos que aún nuestros hijos son responsabilidad de nosotros y que son moldeables y que de nuestra actitud hacia ellos dependerá lo que ellos puedan desarrollar.
Mi correo electrónico:
ser_humano@prodigy.net.mx