Juró hasta el cansancio que él no sería “como los demás candidatos”; repitió una y otra vez que a él no lo veríamos promover su imagen en la televisión como un producto más en los horarios estelares; dijo una y otra vez que él no tenía dinero para pagar la costosa publicidad televisiva.
Y en un triple giro mortal, un tanto desesperado, Andrés Manuel López Obrador entró a la estrategia del marketing político que tanto aborrecía y a la que tuvo que recurrir obligado por la dura competencia.
Ver al más puritano de los candidatos aparecer mezclado con imágenes de jugadas de futbol mientras nos dicen que “él nunca falla”, que “él siempre mete gol”, que “él a pesar de la adversidad siempre sale triunfante”, es confirmar que el discurso obcecado de “la congruencia y los principios”, de “yo no necesito de los medios para ganar porque la gente me respalda”, puede sonar muy bonito en los mítines y las arengas, pero en la realidad López Obrador tuvo que recurrir a las mismas armas de la mercadotecnia con las que sus adversarios lo bombardearon hasta tirarlo en las encuestas.
Junto con el spot futbolero que se monta en la fiebre mundialista que contagia a los mexicanos, veremos en los próximos días a Andrés Manuel explotar los más populacheros sentimientos y recurrir a las tácticas más sensibleras y melosas de la propaganda política, con anuncios en los que el candidato perredista aparece como un “carismático líder” que, contra todos los ataques de sus adversarios, es un político amable, sonriente y que siempre está de lado de la gente.
De la mano del cineasta Luis Mandoki, fervoroso militante de su proyecto, López Obrador se mete de lleno a la publicidad emotiva, que busca tocar fibras sensibles de la teleaudiencia y contrarrestar la imagen negativa y el daño de las agresivas campañas del PAN. La factura de los spots es impecable, y el efecto fue tan inmediato, que ya ayer se veía en televisión, en el mismo horario, la respuesta del PAN a la nueva campaña de AMLO.
La nueva estrategia de AMLO incluye, además de seis spots elaborados por Mandoki que irán saliendo conforme lo decida el comité de campaña, una presencia constante de López Obrador en los principales noticieros y espacios de Televisa. Y ya la semana pasada se vio al candidato perredista recorriendo, en carrusel, los principales espacios de la poderosa televisora: desde la Zona Abierta de Héctor Aguilar Camín hasta el programa cómico de Brozo, el payaso con el que Andrés Manuel se sentó para ser entrevistado.
Ese es el otro ángulo de esta nueva estrategia de mercadotecnia de AMLO. El único candidato que no había cedido a los tentáculos de Televisa y se había negado a firmar un millonario acuerdo publicitario con esa empresa, ahora es uno más de los clientes de Emilio Azcárraga Jean y, por más que se resistió y dijo que no lo haría, López Obrador terminó por entrar al aro y confirmar que ya no hay político ni poder que no se someta a la nueva fuerza dominante de la democracia mexicana.
Al final la conclusión es muy clara: López Obrador venció su fobia a la mercadotecnia antes de que la mercadotecnia lo venciera. El perredista confirmó que hasta la congruencia y sus cacareados principios tienen un precio cuando se trata de alcanzar el poder.
Notas indiscretas... Lo que muchos no se explicaban en el PRD empieza a tener una explicación. La postulación de Víctor Anchondo como candidato al Senado, tan cuestionada por los perredistas de Chihuahua, tiene que ver con una operación de pragmatismo. El ex secretario de Gobierno de Patricio Martínez, uno de los grandes responsables de que no avanzaran las investigaciones de los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez, “compró” su candidatura a las Redes Ciudadanas de López Obrador con un millonario contrato para que su campaña la llevara la empresa Integrare, una consultoría política que manejan Juan Iván Peña y Adolfo Orive. Lo interesante es ver la conexión que tiene esa empresa con Manuel Camacho Solís, el principal impulsor de la candidatura de Víctor Anchondo. ¿Queda clara la explicación?.. Los dados arrancan con Serpiente. La semana promete.