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Sexualidad y adolescencia ¿asunto público?

Laura Orellana Trinidad

LAS LAGUNERAS OPINAN...

El inminente parto de una jovencita de 14 años, hija de una persona cercana, me ha hecho reflexionar nuevamente sobre la falta de educación sexual en nuestro país. Esta adolescente se encuentra lógicamente con muchos temores ante todo el proceso hospitalario y sobre todo por lo que viene: enfrentar con su novio, de sólo 15 años, la llegada de un bebé con todo lo que implica: su manutención, educación y cuidados cotidianos. Quienes tenemos hijos sabemos que la vida nunca vuelve a ser la misma.

Un estudio que realizó Vicente Díaz Sánchez, publicado en la Gaceta Médica de México en agosto de 2003, muestra que uno de cada seis nacimientos en el país ocurre en mujeres menores de 19 años. Muchos de ellos, probablemente, no fueron planeados. Por su parte, el Consejo Nacional de Población reporta que cada año hay 500 mil embarazos adolescentes, que representan el 25 por ciento del total de los registrados en el país. En el caso de nuestra ciudad, el DIF indica que la edad promedio de las jóvenes a las que se les brinda ayuda con el Programa de Atención a Madres y Embarazadas Adolescentes, ha bajado a los 14 años. La sociedad con su mirada sexista, siempre apunta con su dedo acusador a los padres, quienes no ?cuidan a sus hijas?. Sin embargo, los organismos internacionales de salud dejan muy claro que éste es un asunto público, en que los gobiernos deben tomar cartas en el asunto. De hecho, estas instituciones aclaran que el cuidado de la salud sexual no debe ser sólo de asesoramiento en materia de reproducción y de enfermedades de transmisión sexual, sino ampliarse al desarrollo de la vida y de las relaciones interpersonales.

La necesidad de l@s jóvenes de saber cómo manejar sus relaciones interpersonales queda patente en el interés que ha suscitado -ya desde hace un buen tiempo- el programa radiofónico ?Bateados?, transmitido por la estación local 100.3. Diariamente se reciben llamadas con las más variadas problemáticas: desde la niña de 12 años que quiere decirle a un amiguito que le gusta, hasta situaciones que involucran relaciones homosexuales, relaciones de jóvenes con casad@s, historias de traición de amigos o amigas por el novio/a, la insuficiente comunicación con los padres, etcétera. Si quisiéramos observar lo que inquieta en su vida amorosa, amistosa y sexual a un buen número de jóvenes laguner@s, tendríamos que escuchar con atención ese programa, porque al parecer ahí expresan sus dudas de una manera libre y sin formalidades, interrogantes que nadie más responde.

A partir de los años setenta, los gobiernos se han hecho cargo de realizar campañas -con mayor o menor éxito- subrayando la planificación familiar con el fin de bajar las tasas de natalidad. El énfasis, pues, está situado básicamente en la reproducción y en los últimos años ?ante la aparición del Sida- en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual. En cuanto al conocimiento del cuerpo, los avances han sido mínimos ante la presión de algunos grupos conservadores.

Una muestra pequeña de lo que ocurre con relación a la sexualidad en un ejido, hoy casi suburbio de Torreón ?La Unión-, lo investigó Patricia Mitre hace siete años con motivo de su tesis para obtener el título de comunicóloga. Ella entrevistó a varias mujeres y hombres para conocer su mentalidad con respecto a las relaciones sexuales, los hijos, el matrimonio, los anticonceptivos, etcétera, pues sospechaba que la campaña difundida por televisión en ese momento Planifica, ¿cuestión de querer? no tendría los resultados esperados para el público objetivo al que iba dirigida -sectores de bajos recursos- pues se desconocía la vivencia y experiencias en torno a la sexualidad de este grupo social que la campaña parecía ignorar por completo.

La historia sólo de una de las entrevistadas nos puede dar una idea del asunto: en ese entonces ?María? tenía 30 años, nacida en Torreón. Su mamá había tenido 18 hijos, seis de ellos fallecidos durante la infancia. María realizó estudios hasta segundo de primaria, pues repitió dos años el primero y dos el segundo y después ya se sentía muy grande para continuar. En cuanto a la menstruación, en la adolescencia carecía completamente de información. Su mamá nunca le hizo algún comentario, pero incluso, el día que la tuvo por primera vez, lo primero que pensó es que la iba a regañar. Comenta que sólo le dio una pastilla para el cólico, pero ni siquiera le explicó que tendría que usar una toalla. Fue su cuñada quien se acercó a ofrecerle ayuda. Le dijo: ?María es que ya es la regla y así va a ser cada mes?. Dice que siempre le dio vergüenza platicar sobre el asunto, incluso con sus amigas. Cuando le llegó la edad de relacionarse con algún joven, comenzó a tener novio y cuenta que todos, especialmente sus hermanos, la maltrataban por ello, pero no le decían por qué.

En una ocasión, uno de los mayores la vio salir de un baile, se quitó el cinturón y le pegó hasta llegar a su casa. Finalmente se casó a los 17 años con su novio de 16. Su ilusión era: ?ay, cuando me case yo quiero una estufa blanca, un gabinete blanco, un refrigerador blanco, una alacena blanca, un fregadero blanco, era lo que yo pensaba?.

La investigadora le preguntó: ?cuando se casó, ¿sabía que iba a tener relaciones sexuales con su esposo?? a lo que respondió sorprendentemente de esta manera: ?yo no sabía, o sea que más o menos sabía. ¿Sabe cómo yo creía que nacían los niños? Yo creía que salían por la boca? yo creo que tendría unos trece años y así pensaba?.?.

Es patente pues que la pobreza no sólo es un asunto económico, sino también de información; aunque cabe aclarar que aún en los estratos medios y altos muchos jóvenes tienen interrogantes sobre este asunto tan cotidiano y tan poco abordado en forma pública.

La sexualidad no sólo es un tema que debiera ser prioritario, sino que como ciudadanos tenemos derecho a información amplia, objetiva y verídica que permita tomar decisiones respecto a la propia vida sexual. No debemos olvidar que según datos de la Encuesta Nacional de Juventud aplicada en la región Laguna de Coahuila en el año 2000, el 74 por ciento de los interrogados en esta zona declaró haber tenido relaciones sexuales precisamente entre los 15 y los 19 años.

Cuesta trabajo pensar que, en los albores del siglo XXI, todavía sea difícil implementar programas informativos para todo tipo de públicos o campañas de planificación familiar realistas y respetuosas de las decisiones de pareja; o la difusión de la sexualidad como un elemento propiamente humano que genera bienestar en las personas. Es sabido que en otros países la información de la sexualidad y de las relaciones interpersonales lo único que ha generado es conciencia sobre el propio cuerpo. Entonces ¿a qué le tenemos miedo?

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lorellanatrinidad@yahoo.com.mx

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