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Sicarios, ejércitos del narcotráfico

Los narcotraficantes han encontrado en las Policías uno de sus semilleros para integrar sus grupos armados, advierten.

EL UNIVERSAL-AEE

México, DF.- ??Chaky?, tú mero, sin ruidos?, fue la orden de sus jefes y sin dudarlo, Arturo Hernández González la cumplió. Esa noche, tomó la daga de 30 centímetros de largo y sin concesiones la hundió a la altura del corazón en cada uno de los cinco hombres ?levantados? por el Cártel de Juárez. La instrucción fue ejecutarlos como castigo luego que la Policía interceptara siete toneladas de cocaína que las víctimas garantizaron entregar en Estados Unidos.

Después de concluir esa matanza, ?El Chaky?, uno de los sicarios más temidos que ha operado en México, lanzó los cuerpos de sus víctimas a una fosa que hizo construir con un trascavo en el rancho Guillermo, ubicado en Ciudad Juárez, Chihuahua. Los asesinados esa noche por incumplir el trato con el Cártel de Juárez fueron Carlos Herrera, ?El Viejón?, y cuatro de sus cómplices.

?Alfredo?, un testigo protegido de la Procuraduría General de la República (PGR), narra ésa y otras historias de ?El Chaky?, el otrora sicario y jefe de Seguridad del Cártel de Juárez. Incluso, a Hernández González se atribuye la autoría de los ?levantones? -el secuestro de enemigos o traidores del Cártel de Juárez- y de las llamadas ?narcofosas?, cementerios clandestinos donde eran depositados los cuerpos de aquellos que eran ejecutados por esa organización criminal.

Hombres como ?El Chaky? son parte de la expresión criminal que ha crecido en México en los últimos diez años; fenómeno al que se ha denominado como ?sicariato?. Ello, según los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Luis Astorga, y del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), Gabriela Gutiérrez, y Javier Dondeé, no es más que una extensión del tráfico de drogas y que se concreta con las ejecuciones ocurridas a lo largo y ancho del territorio mexicano.

Tan sólo en el último año se cometieron en todo México mil 537 asesinatos del tipo de las llamadas ?ejecuciones? o ?ajustes de cuentas? y que no fueron otra cosa que homicidios, cometidos -la mayoría- por los grupos armados o de sicarios al servicio de las organizaciones del tráfico de drogas en el país.

La trayectoria criminal de Arturo Hernández González, ?El Chaky?, quien llegara a ser comandante de la Policía Judicial Federal, no es muy diferente de la de muchos viejos policías mexicanos que se han ligado al narcotráfico. De ser un ayudante del general y ex jefe de la Policía de Guerrero, Arturo Acosta Chaparro, pasó a ser agente judicial de esa entidad y posteriormente llegó a la Procuraduría General de la República (PGR).

Desde ahí, ?El Chaky? se ligó directamente con el Cártel de Juárez. Según sus propias palabras, ?conocí a Amado Carrillo Fuentes y a su hermano Vicente, en una carrera de caballos en la ciudad de Chihuahua?. Tiempo después de ese encuentro trabajaría directamente para el extinto ?Señor de los cielos?, y a la muerte de éste se convirtió en el hombre de confianza de su hermano Vicente, pero también el principal sicario y jefe de la célula de seguridad de la organización.

El común denominador de los grupos dedicados al narcotráfico en México, según los investigadores de la UNAM y del Inacipe, es el hecho de integrar a su organización grupos armados o de sicarios. Lo anterior, indican los especialistas, se explica como parte de la expansión y especialización de los grupos de narcotraficantes, como en el caso del Cártel del Golfo que incluso pudo penetrar estructuras militares para corromper y reclutar a miembros del Ejército, como sucedió con Los Zetas.

De hecho, según los analistas, las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas en México han encontrado en las policías federales, estatales y municipales de todo México, uno de sus semilleros para la integración de sus propios grupos armados o de sicarios, cuya violencia se ha dejado sentir a lo largo y ancho del territorio mexicano. El investigador de la UNAM, Luis Astorga, dijo que ?nosotros estamos pagando por el sicariato en gran medida, es una de las perversiones dentro de un proceso de descomposición del Estado?.

A los grupos dedicados al narcotráfico, agregó, les sale más barato corromper policías y militares que formar a sicarios. Bajo un esquema de costos y beneficios, los narcotraficantes les es más conveniente comprar a policías o militares que adiestrar en el manejo de armas AK-47 a campesinos o gente de los estratos sociales más bajos, como sucedió en Colombia, explicó el especialista en temas de narcotráfico.

?En un contexto de transición en el que el Estado perdió su capacidad de árbitro y de control ante el narcotráfico, los propios grupos dedicados al tráfico de drogas buscan en la lucha entre ellos la hegemonía a toda costa?, indicó Astorga y añadió que la falta de un liderazgo tan claro como en la época de Miguel Ángel Félix Gallardo, y ante la incapacidad del Estado para controlar la situación, ?vamos a seguir viendo sangre hasta que una de las fuerzas en pugna se coloque por encima de otras?.

Momentos críticos

La investigadora del Inacipe, Gabriela Gutiérrez, explicó que los grupos armados, entre ellos también los de los llamados sicarios, surgen en momentos críticos de la política nacional y demuestran un grado de ineficacia del Estado, pero sobre todo alertó sobre el riesgo de ser promotores de desestabilización en aquellos sitios en donde operan. ?Son un riesgo de seguridad nacional?, comentó.

Como sabemos, agregó, la delincuencia organizada, por ser una actividad sumamente lucrativa, puede financiar una serie de delitos que vincula a su alrededor, tal como sucede con los grupos armados o el lavado de dinero o el tráfico de armas que puede ser un fenómeno trasnacional.

Los grupos de sicarios en México y la mayoría de los países, indicó el investigador del Inacipe Javier Dondeé Matute, operan exclusivamente en territorios nacionales pese a estar necesariamente asociados a formas de delincuencia organizada que rebasan fronteras. Y sobre ello destacó que hasta ahora la cooperación a nivel internacional contra el fenómeno del sicariato es limitado.

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