Se enfrentaban un equipo al debe (Brasil) y la selección que hasta el momento ha cometido la mayor cantidad de faltas (Ghana).
Cómo me hubiese gustado que el rival se llamara México, hasta el momento nadie ha exigido a la verdeamarella, ya que sus componentes juegan más en los comerciales que en el césped de Alemania.
Vemos un Ronaldo, Kaka, Ronaldinho, Adriano, Emerson y Roberto Carlos, que son testigos de primera fila, se la pasan mirando y caminando dentro del campo, sin movilidad y la dinámica que ellos saben imprimir cuando la situación así lo requiera.
Si ustedes piensan que para la siguiente fase se levantan y dicen hoy vamos a jugar como corresponde, hasta ahí nomás llegaron y volverán a Río de Janeiro, cuando verdaderamente lo exijan, veremos qué potencial tiene este Brasil.
Qué podemos decir de la ingenuidad de su rival Ghana, que se cansó de patear sin corregir la mira, se cansó de llegar al área y no definir bien, se cansó de controlar el balón y Brasil tenía más sensación de gol, que impotencia trasmitía Ghana.
Tendría qué haber sido el hijo rebelde y faltarle el respeto a un supuesto papá, al final del partido en sus últimos minutos parecía un juego en el Club San Isidro de Torreón, de solteros contra casados.
Hago un punto y aparte, y lo único que queda es el récord de Ronaldo, el gordito como le dicen algunos, lo anuncié en otras columnas de que rompería la marca de goles en los mundiales e iba a pasar a la eternidad, nos debe su juego, pero qué importa si tapó todas aquellas críticas de su tierra natal.
Ronaldo, señoras y señores, es aquél que corría por las canchas holandesas, el que hacía delirar con sus gambetas a los aficionados del Nou Camp, aquél que realizaba las carreras y goles en toda Italia, que llevó toda su magia a la Casa Blanca del futbl español (Real Madrid).
Grande Ronaldo.
Hasta la próxima.