Tras la eliminación de México en la Copa del Mundo la vida tiene que seguir y el torneo continua su curso en la fase de Octavos de Final presentándose un par de enfrentamientos de diferente calibre: Inglaterra ante Ecuador y Holanda contra Portugal.
Los ingleses, de la mano de Beckham, ayudaron a empacar a otro equipo sudamericano que cometió el gran pecado de no creer en sí mismo y por ello careció de los arrestos para enfrentar a uno de los grandes favoritos.
Ecuador tiene una generación que conforma el mejor equipo de su historia. Calificó en forma brillante y quizá en esa virtud quedó puesta la tierra para su tumba pues ellos mismos no se la creyeron y salieron, medrosos y cobardes, a jugarle a un equipo con tradición ganadora como la Rubia Albión.
En el otro encuentro los titulares los acapara el arbitraje. Es una pena que en un torneo donde se supone vienen los mejores jueces del planeta se pueda arbitrar tan mal como lo hizo el señor Valentín Ivanov de Rusia.
Su trabajo fue siniestro comenzando por una terrible entrada del defensor holandés Boulharouz sobre la humanidad de Cristiano Ronaldo que obligó al lusitano a abandonar tempranamente el partido.
Esa falta de autoridad y compromiso reglamentario lo obligaron a sacar doce tarjetas amarillas, sin ningún efecto y cuatro rojas que contribuyen a acrecentar la estadística de FIFA pero no a permitir que, como se anunció, viéramos el mejor arbitraje de la historia.
Ya que hablamos de arbitraje, el de Máximo Bussacca de Suiza en el partido de Argentina ante México fue también particularmente malo perdonando una clara expulsión de Heinze antes de terminar el primer tiempo que influye en el ulterior manejo del encuentro.
En el segundo tiempo le perdona también la expulsión a Rafa Márquez, anula un gol legítimo a los pamperos y permite toda clase de indisciplinas sin añadir un solo minuto al tiempo extra. Una joya.
