El equipo de Felipe Calderón debería tomar nota de un hecho: La otra campaña, no la del subcomandante Marcos sino la del presidente Vicente Fox, no es paralela a la de él. A lo mejor está en la misma sintonía, pero en otra frecuencia.
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Un día sí y otro también, Vicente Fox saca su varita de membrillo para castigar a la varita mágica y, con eso, cree que les pega a Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo, mientras acaricia a Felipe Calderón. Otro día y el siguiente también, el mandatario aparece en sus spots creyendo que así fortalece a Calderón, cuando en realidad compite con él.
Día a día el mandatario deja ver el afán de descarrilar la campaña de Andrés Manuel López Obrador y de fustigar el “ayer” tricolor, pero cada vez es más evidente que lo hace no tanto por apoyar a Felipe Calderón como por lastimar a los otros dos. En eso se le van los días al presidente de la República que confunde el bastón de mando con un micrófono. De ese modo, el mandatario deja al descubierto el frente del Gobierno y eso, sin duda, terminará por impactar la campaña de Felipe Calderón. La mejor propaganda: la acción del Gobierno, no interesa a Vicente Fox.
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Muy poco hace el jefe del Ejecutivo por abrir el margen de maniobra del candidato presidencial de su partido, sobre la base de generar el espacio que le dé cancha a Felipe Calderón y sobre la base de asegurar la estabilidad que haga deseable la idea de ratificar a Acción Nacional en el Gobierno. El mandatario ha intensificado su participación en la contienda electoral, mientras el Gobierno se le desmadeja y ésa es la peor propaganda que se puede hacer.
En mes y medio, en distintas áreas de la Administración el Gobierno foxista entró en crisis y en otras abrió debates que, a la postre, golpearán la campaña de Felipe Calderón. En el campo de la política exterior e interior, el país vive una crisis marcada por la narcoviolencia.
Y, por si eso no bastara y exigiera verdaderas acciones de Gobierno, con la mano en la cintura y a título de provocación, los secretarios de Estado abren debates absurdos (la laicidad del Estado) que comprometen la campaña de Calderón, complican trámites (como el de la deducibilidad de la gasolina) que pegan en el contribuyente que también es elector, o se doblan ante sectores productivos o comerciales (justamente como el de las gasolineras) dejando en el desamparo al consumidor que también es elector. Eso sin mencionar la energía y el esfuerzo presidencial puestos en la rehabilitación de la dudosa buena fama de los hijos de la señora Sahagún.
El mandatario, sin embargo, poco se interesa en esos asuntos, se complace en tomar el micrófono y cargar contra los adversarios electorales de Felipe Calderón, sin darse cuenta de que no hay peor propaganda para un candidato del partido en el Gobierno, que la ausencia de Gobierno.
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Desde hace cuando menos un año, el Gobierno foxista arrastra la peor crisis que se haya registrado en materia de política exterior y, aun hoy, nada serio se hace al respecto.
Esa es muy mala propaganda para Felipe Calderón. Frustrado en sus múltiples aspiraciones como candidato a la Presidencia de la República, como candidato a la secretaría general de la OEA y como candidato al Gobierno capitalino, Luis Ernesto Derbez no ata ni desata en la Cancillería. Cada asunto lo convierte en un problema y más tarde, en un error. Se está mal con Estados Unidos, con Cuba, con Bolivia y el Mercosur... y, ahora, con Europa.
La inteligencia de Luis Ernesto Derbez, entró en reposo y su actuación diplomática es un enredo. Quiere quedar bien con Estados Unidos a costa de quedar mal con Cuba y queda peor con los dos... y esa crisis va en aumento. En la misma Embajada de Estados Unidos hay desconcierto frente a la actuación del canciller y, quizá por eso, los hilos de la relación los tejen en otras instancias de Gobierno. Mientras eso ocurre en materia de política exterior, en materia de política interior -como si el problema de seguridad nacional no fuera importante-, al secretario Carlos Abascal le resulta oportuno reabrir el debate sobre la laicidad del Estado. Ni por asomo se le ocurre al secretario Abascal mirar los estragos que la exacerbación de los resortes religiosos en la política está provocando en el mundo. Al funcionario, en pleno año electoral, le da por abrir la puerta a la competencia de los fundamentalismos. El hombre destinado a garantizar la estabilidad política y las sanas condiciones de la competencia electoral, entra al juego de la provocación y a su idea se suma el mismísimo jefe de Estado. ¿A qué horas va a poder Felipe Calderón librarse de ese debate que por fuerza tiene un rancio aroma de intolerancia?
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A esa crisis en materia de política exterior y a esa provocación en materia de política interior, se empalma la crisis en materia de seguridad nacional provocada por el desafío del narcotráfico. Nada más para dar una idea de lo que está ocurriendo en el país en materia de seguridad, valen los siguientes números. El número de soldados estadounidenses muertos en la guerra de Irak -que el 20 de marzo cumplirá tres años- es de algo así como dos mil doscientos sesenta bajas. El número de narcoejecuciones registradas en México durante 2005 -conforme a la Comisión Nacional de Derechos Humanos- es de mil quinientas. Esto es, al año mueren en Irak 753 soldados estadounidenses; al año mueren en México mil 500 narcoejecutados. El doble. Aun así, el Gobierno foxista no le da la importancia debida al asunto porque, según esto, es un asunto entre narcotraficantes. Muestra del desinterés, el silencio oficial ante el desplegado de los principales diarios del país advirtiendo el desafío planteado por el narco. En esa materia, ni una ocurrencia se dio.
Mejor reaccionó la Embajada de Estados Unidos que el Gobierno mexicano. El punto delicado de este asunto es que, aun cuando el foxismo no lo crea, la narcoviolencia está golpeando derechos fundamentales (la vida desde luego, pero también la libre circulación y la libertad de expresión), así como actividades comerciales, turísticas, laborales, además de las inversiones. ¿Qué espacio le deja el Gobierno a su candidato Felipe Calderón, si no hay respuesta sólida, seria y consistente ante ese problema? ¿Qué va a pasar si las campañas presidenciales tienen que eliminar de su recorrido las plazas calientes del narco porque no hay garantías para hacer propaganda?
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Frente a la campaña electoral, Vicente Fox se está posicionando como militante pero no como presidente de la República y eso no ayuda a Felipe Calderón. El mandatario cree que su labor -micrófono en mano, bastón de mando en el piso- es subirse al templete y hacer propaganda en contra de la Oposición política. Discursos sobran y ocurrencias también. Pero la materia sustantiva que daría garantías al proceso electoral y, por consecuencia indirecta, favorecería a su partido, está olvidada. Sin acciones de Gobierno comprometidas con el Estado, Felipe Calderón no tiene piso donde pararse. El candidato del PAN podrá amarrar votos y compromisos pero si el Gobierno sigue dando tumbos y provocando problemas, esos votos y compromisos se diluirán antes del dos de julio. El candidato y el Ejecutivo están en la misma sintonía, pero en frecuencia distinta.