Concentrada la atención en la elección presidencial, ni quién le tire un lazo a la otra elección... la legislativa.
La experiencia de los últimos nueve años ha establecido claramente el peso del Poder Legislativo y, sin embargo, partidos políticos y candidatos presidenciales la han desconsiderado. Ambas instancias insisten en la idea o la ilusión de que en la figura presidencial se concentra el peso del poder político, siendo que la realidad ya es otra. El límite y el horizonte del poder presidencial lo fija en buena medida el Poder Legislativo y, aun así, se promueve la idea de que el presidente de la República lo es todo o casi todo.
De acuerdo con la propaganda política, el país se complica o se resuelve en la elección del próximo jefe del Ejecutivo y la realidad es que, sin importar quién ocupe la residencia oficial de Los Pinos, el margen de maniobra del próximo Gobierno -entendiendo por éste al conjunto de los poderes de la Unión- quedará establecido fundamentalmente en la dinámica entre el titular del Ejecutivo y los integrantes del Congreso.
__________
Quizá por razones culturales y a pesar de la realidad, la importancia del Poder Legislativo no ha calado entre el electorado.
Se entiende, desde luego, que la cultura del presidencialismo hizo de la elección legislativa una suerte de apéndice de la elección presidencial y, por lo mismo, poca atención se presta a ese otro concurso. Desde 1997, la realidad comenzó a cambiar el rostro del panorama político nacional. La primera alternancia política del país no se dio en el Poder Ejecutivo sino en el Legislativo y, a pesar de ello, esta es la hora en que los partidos insisten en hacerle creer al electorado que esa otra elección no es tan importante y que muy poco sentido tiene prestarle atención o destinarle recursos.
Se ha llegado así al absurdo de vivir un presidencialismo maniatado, pero no acotado. Ernesto Zedillo fue el primero en vivirlo. Durante la segunda mitad de su sexenio, su margen de maniobra fue limitado por el Legislativo y, en el caso de Vicente Fox, lo vivió a todo lo largo del sexenio. No en vano, la propaganda panista en la elección intermedia se fincaba en la idea de quitarle el freno al cambio sobre la base de darle la mayoría parlamentaria al partido en el Gobierno.
Fracasaron Vicente Fox y el panismo en esa idea y, sin decirlo, el mandatario renunció a la política. Apenas se supo del resultado de aquella elección, Vicente Fox precipitó la lucha por la sucesión presidencial y justificó la inmovilidad de su Gobierno en la torpe idea de enviar toda una colección de iniciativas al Congreso que, obviamente, no pasaron. Sin un operador político -como debió serlo el secretario de Gobernación- que entendiera esa circunstancia, el foxismo declaró su fracaso al término de la primera mitad del sexenio.
En este punto es importante recordar lo hecho por la Administración del Gobierno capitalino frente a esa circunstancia. Andrés Manuel López Obrador gobernó la primera mitad de su mandato echando mano de los bandos. La composición de aquella Asamblea le era adversa y con los bandos eludió la negociación política. La segunda mitad de su Gobierno, simple y sencillamente se hizo de la mayoría parlamentaria y se le facilitaron las cosas.
Como quiera, en todas las fuerzas políticas es evidente que la idea del Gobierno dividido no ha calado como una obligación para trabajar acuerdos y equilibrar las acciones. La aversión de los políticos mexicanos por la política, los ha llevado a un absurdo: a renunciar al Gobierno porque no tienen mayoría o saltarse el obstáculo por alguna otra vía.
Desde hace nueve años se vive esa realidad e, increíblemente, las direcciones de los partidos niegan esa nueva circunstancia. Se niegan a hacer política.
__________
En la lógica de los partidos políticos, las candidaturas al Congreso de la Unión siguen siendo el campo de la negociación interna de sus propias estructuras.
En esas candidaturas se mide la fuerza de los distintos polos de poder dentro de los mismos partidos. Al Congreso van a dar, no los cuadros políticos con mayor arraigo en su distrito o entidad, como tampoco aquéllos con mayor talento en la negociación política, o bien, con mayor preparación en la variedad de materias que aborda el parlamentario. No, ahí van a dar los cuadros de aquellas corrientes o personalidades que tienen fuerza dentro de su partido para exigir una cuota de asientos en el parlamento, aquellos que han logrado incrustarse como imprescindibles en la burocracia de su propio partido, aquellos que por su desempeño merecen un premio de consolación, o bien -y esto es una novedad-, aquellos que cuentan con el padrinazgo de alguna corporación privada. Muy pocos de esos candidatos tienen algo que ver con la ciudadanía o con la representación popular.
No es gratuito que, a todo lo largo de la campaña electoral, no se haya registrado un solo debate entre los principales cuadros que cada partido ha lanzado al Congreso, o bien, que los candidatos al Poder Legislativo se quejen de que sus partidos no les han dado los recursos necesarios para realizar su campaña. Tampoco lo es que ni por asomo se divulgue la agenda legislativa que los partidos políticos llevarán al Congreso. La desarticulación de las organizaciones políticas es tal que no se ve una campaña y menos todavía una actuación coordinada entre los candidatos presidenciales y los candidatos al Congreso.
En el caso de Acción Nacional es sintomático, por ejemplo, que la propaganda negativa en contra del perredista Andrés Manuel López Obrador corra por cuenta de los candidatos panistas al Congreso. Al menos, eso dice la leyenda que aparece al final de los spots. Así, Felipe Calderón presume cómo sus manos rechinan de “limpias” mientras los impersonales candidatos panistas al Congreso baten las suyas en el lodazal.
Los partidos políticos siguen en la idea del presidencialismo, siendo que a la hora de gobernar aquel concepto no encaja en la realidad.
__________
Grave que, culturalmente, los partidos políticos insistan en promover un presidencialismo que ya no existe y que ignoren el peso creciente de la elección legislativa, peor todavía es el retrato que perfilan de la próxima legislatura.
No se puede hacer tabla rasa, pero llaman la atención varios de los cuadros postulados al Congreso. Se premió a la burocracia de los partidos, se premió la ineptitud, se premió la impunidad y, por aquello que pueda venir, se repartieron fueros como amparos de largo plazo... No se mandó a lo mejor.
El presidente de la República no lo puede todo, por más que la propaganda quiera hacer creer eso. El próximo Gobierno será un Gobierno, si quiere tener viabilidad, de intensa negociación. De negociación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo y de negociación entre las fracciones parlamentarias, pero ni un lazo se le quiso tirar a esa otra elección.
El electorado tiene el dos de julio una tarea difícil. A la vista está el que su mandato ha sido incomprendido por los partidos. En tres ocasiones, el electorado ha enviado la señal de que quiere un Gobierno dividido para fortalecer los acuerdos y equilibrar el poder... no se ve que los partidos entiendan lo que se pide. ¡Viva el Presidente Maniatado de la República!