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Son mujeres de la vida... triste

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- ?Dicen que las princesas son tan sensibles que se enferman si están lejos de su reino, que hasta pueden morir de tristeza.? En Princesas del español Fernando León de Aranoa (2005) Reinan Caye (Candela Peña) y Zulema, dos prostitutas de Madrid.

Caye se anuncia en el periódico, ha elegido ése camino más como una forma de negación de sí misma que por necesidad. Ahorra para hacerse una cirugía de busto, crearse un físico artificial como esa felicidad fabricada en que vive su madre quien no termina por aceptar que su esposo ha muerto y en compensación se envía flores ella misma. Caye declara vacía su memoria de buenos recuerdos sólo tiene nostalgia de lo que sueña que va a pasar.

Zulema (Micaela Nevárez) ha optado por el destierro, ha dicho adiós a su hijo, a su madre y a Sudamérica. Se instala en una esquina en donde otra treintena de prostitutas le hacen la competencia.

En su casa ha dicho que trabaja en un bar y en su miedo por su estancia ilegal sufre el acoso de un burócrata que le ha prometido arreglar sus papeles. Zulema y Caye aguardan el día en que serán princesas, ése momento único en que se cumplirán todos sus deseos.

Pero en la vida real no hay lugar para sueños. Caye se enamora pero su pasado le niega la posibilidad de redención. El destino de Zulema está marcado por un futuro desolador del cual sólo desea venganza.

La prostituta en el cine obedece a un arquetipo perfectamente delineado por la tradición y las costumbres sociales en el que se incorporan elementos como amor, culpa, pecado, odio, venganza y redención.

Mujeres que viven su drama, mitad víctimas, mitad verdugos y cuyo camino de salvación es a través del sacrificio, de la expiación de sus culpas. En el cine mexicano la prostituta, es junto con la madre abnegada uno de los principales arquetipos femeninos. En el melodrama mexicano se apoderaron de los roles protagónicos desde tiempos épocas tempranas.

En 1918 hizo su primera aparición en las pantallas mexicanas Santa (Luis G. Peredo) de Federico Gamboa. Santa, una humilde muchacha, seducida y abandonada por un militar, es expulsada de su hogar y orillada a la prostitución.

Ése mismo camino de la perdición lo recorre Rosario (Andrea Palma) en La mujer del puerto (1933) de Arcady Boytler. Engañada por su novio y sumida en la tristeza por la muerte de su padre huye a Veracruz donde se instala como prostituta.

En la década de los cuarenta, muchas películas ubicaron sus historias en prostíbulos y cabarets como Flor de Fango (1941) con Sofía Álvarez, Casa de Mujeres (1942) con Manolita Saval o Pervertida con Emilia Guiú.

Estaría presente en clásicos mexicanos como Nosotros los Pobres (1947, Ismael Rodríguez) en la que Yolanda (Carmen Montejo) era la madre soltera, la vergüenza de la familia que había terminado vendiendo placer en las calles. Un carácter muy distante de la otra prostituta ?La que se levanta tarde? que interpreta Katy Jurado, mujer de carácter desafiante.

Carmen Montejo repetiría ése perfil sufrido en Que te ha Dado esa Mujer bajo el mismo nombre, Yolanda, una prostituta que, además contagiaba de mala suerte a aquél que se cruzara en su camino. El personaje no ha perdido vigencia si recordamos los más recientes, como Alma (Salma Hayek) en El Callejón de los Milagros (1995) de Jorge Fons, una joven que ambiciona un mejor futuro y cae bajo los engaños de un vividor.

La misma Salma sería, Julia la prostituta bondadosa que compra víveres al padre del hombre que amó en El Coronel no tiene quien le escriba (1999, Arturo Ripstein).

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