COLEGIO DE CIRUJANOS DENTISTAS DE LA LAGUNA A.C.
FILIAL ASOCIACION DENTAL MEXICANA
Hace días, fuimos a la celebración de 40 años de sacerdocio de nuestro querido Padre Natividad Fuentes, muy estimado por un extenso número de habitantes de la Comarca Lagunera. En la misa concelebrada, dentro de la homilía, dedicada a él, se relacionó a la profesión que ellos escogieron de servir al prójimo, siendo misioneros de la fe, y que después de todos estos años se sentían plenamente satisfechos de estar en el camino escogido, haciendo mención que cada uno de los presentes, nuestro camino de alguna forma era también servir, esto me hizo eco, y me trasladó a la época en que decidí estudiar odontología, nunca me imaginé la relación tan estrecha que tenía con el servicio a la humanidad, estudiar odontología o medicina, es ver por los demás, brindarles salud, prevenirla y ayudar a nuestros semejantes a sentirse bien, esto me hizo reflexionar, y me sentí feliz de estar en este camino.
Cualquier trabajo es difícil, todos tienen sus piedritas en el camino pero la esencia es lo más importante. Dentro de la vida diaria del consultorio dental, vivimos muchas experiencias, pero sobretodo conocemos al ser humano, sus temores, flaquezas, debilidades, fortalezas. Sensaciones diversas, coraje, impotencia, prepotencia, miedo, ternura, agradecimiento.
El ser humano tiene una necesidad tan grande de ser atendido, entendido, querido y apapachado, es tan importante para cada quien sentir que otro le está poniendo atención, y además, el hecho de estar atendiendo una parte de su cuerpo humano es quererse un poquito y darse ese tiempo, los relaja.
En el consultorio dental, llegan los pacientes con mucho temor, un miedo tremendo, posiblemente ya es tácito que al dentista hay que tenerle miedo, por generaciones se nos ha satanizado de lo molesto que es acudir con nosotros, además del miedo propio a una agresión física en vivo y a todo color; cuando nos efectúan alguna operación quirúrgica, se nos anestesia y entramos en un sueño profundo sin darnos cuenta de lo que nos está pasando, hasta que nos despertamos, ya pasó todo; sin el problema que nos aquejaba, a diferencia con el dentista, el tiempo que tenemos que acudir los estresa y con esta vida tan acelerada no se tiene el tiempo necesario de citas y citas, pero una vez pasado el susto de acudir a atenderse, entrar al operatorio, y ver el presupuesto económico, todo es relajamiento, es impresionante cómo una gran mayoría de pacientes se duerme en el sillón dental, es muy reconfortante escuchar de nuestros pacientes cómo se relajan en nuestros consultorios, perciben que nuestro deseo, primero que nada es ayudarlos a sentirse bien. Mi profesión no es sólo una empresa, atender salud bucodental, arreglar piezas cariadas, o mejorar la estética de una sonrisa, es una profesión de servicio antes que nada, dijo la Madre Teresa: voy a pasar por esta vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algunos humanos debo de hacerlo ahora porque no pasaré de nuevo por aquí.
Me preocupan mis pacientes en todo su entorno, me gusta escucharlos porque a través de su plática entiendo su situación bucodental, he aprendido que es de suma importancia oír esa voz interna que nos pide ayuda de alguna manera, sería muy largo contarles todas las anécdotas vividas con sólo entenderlos, compartir sus ideales y temores, me siento muy halagada ser parte de sus familias como su dentista de cabecera, en estos días decembrinos las muestras de cariño, llamadas telefónicas deseándonos lo mejor es muy satisfactorio.
Que la esperanza nunca se apague dentro de nosotros, una vez más me siento muy satisfecha de esta profesión que ejerzo, no sólo es trabajar: es, servir y amar.
Les deseo unas felices fiestas compartiéndola con sus seres queridos.