La Copa del Mundo eligió para celebrar su 80 cumpleaños un territorio inexplorado, Sudáfrica, que afronta el reto de organizar en 2010 el primer Mundial africano de la historia cuatro años después de un torneo celebrado en un terreno clásico.
BERLÍN, ALEMANIA | EFE
Las proclamas de confianza reiteradas al alimón por el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, y el de la FIFA, Joseph Blatter, no han logrado romper el velo de escepticismo que rodea al Mundial sudafricano.
"Tendremos un excelente Mundial en Sudáfrica. No será el de Alemania, ni el de Corea y Japón, porque cada país tiene su propia cultura y esto es África, pero sin duda será fantástico", dijo Blatter horas antes de la final Italia-Francia.
El presidente sudafricano también salió al paso de los rumores: "Vamos a organizar una Copa del Mundo muy exitosa. No tengo ni una sombra de duda de que cumpliremos todos los requisitos a satisfacción de la FIFA y de los aficionados. No podemos fallar y no vamos a fallar", afirmó.
El 15 de mayo de 2004 en Zúrich, Blatter, en presencia del líder Nelson Mandela, inauguró el sistema de rotación de continentes al desvelar que la sede de 2010 era Sudáfrica. Miles de personas celebraron el anuncio en Johannesburgo, pero también en otros países africanos como Nigeria que se sienten partícipes del Mundial.
Los rumores sobre retrasos en los trabajos de organización son una constante en las grandes competiciones. Blatter recordó que a pocos meses del Mundial alemán también se hablaba de ciertos desajustes. Pero en torno a Sudáfrica son más intensos.
Ya en abril de 2005 las autoridades sudafricanas tuvieron que rechazar públicamente que hubiera retrasos en los preparativos, afirmando que cualquier información en tal sentido era "ridícula", en alusión a un reportaje del diario más importante de Johannesburgo, "The Star", que denunciaba el lento avance de las obras en los estadios.
En el aspecto deportivo las conclusiones que arroja Alemania 2006 no son menos preocupantes para el futbol africano. Sólo la debutante Ghana sacó la cara por el continente negro al clasificarse para la segunda fase y caer con dignidad en octavos de final frente al pentacampeón Brasil.
Ninguna selección africana ha logrado hasta hoy terminar en una posición más alta que la séptima conseguida en Italia'90 por Camerún e igualada hace cuatro años por Senegal en Corea del Sur y Japón.
África no cumplió en Alemania sus expectativas y, lejos de apuntar una tendencia ascendente, ofreció una imagen preocupante. El éxito exigible al país anfitrión del Mundial, o al menos al continente que lo acoge, no está garantizado para 2010.
Con 44 millones de habitantes, Sudáfrica, una potencia mundial en rugby y crícket, dos deportes "blancos", presume de tener unas infraestructuras que son la envidia del continente y recursos económicos suficientes para hacer frente a los costes del Mundial de futbol, el deporte que allí practican con fervor las masas negras.
