El domingo se jugó la cuadragésima edición del Super Tazón del futbol americano profesional en un marco espléndido, el Ford Field de la capital automotriz del mundo, Detroit, Michigan.
El día para el que viven todos los aficionados reunió, además de los 68, 206 asistentes, a dos grandes escuadras del deporte de las tacleadas como son los Halcones Marinos de Seattle y un cuadro emblemático para nuestro país, los Acereros de Pittsburgh.
La expectación que levanta el ?Super Domingo? trasciende en mucho al juego en sí; me refiero a que hasta aquellos que no son fanáticos del rudo deporte permanecen pendientes del previo del partido y por supuesto ven por televisión el desarrollo del mismo con interés de expertos, con apetito y sed de titanes, pues las constantes pausas que concede el americano son ideales para enfilar a la cocina y traer botana con su correspondiente ración de ?tlapehue?.
Particularmente me inscribo en esta sección del graderío, es decir, aquellos que le prenden a la tele para mirar el juego grande sin aspiraciones de hacer un sesudo análisis de la estrategia o ir, jugada por jugada, previendo que pueda pasar.
Respeto al futbol americano como una manifestación de la disciplina, el temple, la solidaridad, el trabajo en equipo y justo es reconocer a estos atletas que al mas alto nivel, enaltecen un deporte inventado en los Estados Unidos y que tiene legiones de seguidores en nuestro país.
Al margen de los aspectos técnicos de esta gran final, los cuales comentaran los expertos y la mejor opinión que es la de usted, amable lector, el juego tuvo detalles que lo hicieron sumamente entretenido y que al final, sin ser dramático, tuviera el grado de espectacularidad necesario en un evento de esta magnitud.
El hecho de que Ben Roethlisberger a sus casi 24 años, haya sido capaz de guiar a la Cortina de Acero a ganar su quinto anillo de Super Tazón, convirtiéndose con ello en el mariscal más joven en conseguirlo por supuesto que es un dato importante.
Pero también lo es el hecho de que un nativo de Detroit, Jerome Bettis, haya jugado su último partido ganando el título; Bill Cowher logró quitarse el poco afortunado mote de ?ya merito? y logró guiar desde el timón de entrenador en jefe a los de Pittsburgh a un campeonato que es un homenaje a la continuidad.
Hubo de todo, polémica, errores, grandes jugadas ofensivas, drama y por supuesto, el baño helado sobre el coach que es tradicional cuando se consigue el máximo logro del emparrillado.
Hasta los Rolling Stones, que juntos suman 250 años, pusieron su toque para hacer inolvidable el ?Super Domingo?.
En otra manifestación del quehacer humano, los aficionados a la fiesta brava también tuvieron su ?Super Domingo? al celebrarse la corrida del sexagésimo aniversario de la Plaza México.
Con un lleno impresionante, el coso mas grande del mundo vio desfilar a cuatro matadores en pos de trofeos y de ganar el ánimo de los presentes.
Dicen los que saben que gano México, con Angelino y el ?Zotoluco?. Ponce y el ?Juli? no redondearon sus faenas y tuvieron que conformarse con inscribir su nombre en el histórico cartel del 5 de febrero.
