...cargo por cargo. El enfoque es útil para analizar las similitudes entre algunas acciones del nuevo secretario de Gobernación y del ex jefe de Gobierno capitalino.
La idea central. Uno de los retos más difíciles para los gobernantes democráticos es la conciliación de diversos derechos y la contención del impulso a favorecer a los suyos y menospreciar a los otros. En los casos que a continuación expongo, dos funcionarios de signo ideológico encontrado se olvidaron que gobiernan para todos.
Un viernes en los medios. El primero de diciembre fue tenso y confuso. Desde temprano vimos en la televisión a los legisladores del PRD y del PAN transpirando sudor frío por los desvelos, los jaloneos y los empujones. Todo se transformó cuando inició la cadena nacional que nos transportó a algún Cantón suizo porque los conductores y en especial Diane Pérez, se pusieron a pintar de rosa las heridas de un país dividido. Con un desparpajo ofensivo, aseguraba que el “salón de sesiones se encuentra en calma” y para ajustar la realidad a su palabra de la pantalla desaparecieron las vistas panorámicas y le bajaron el volumen al rumor de la discordia.
La señal venía del Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie), una dependencia de la Secretaría de Gobernación cuya principal función es filmar y difundir la imagen presidencial. En su leyenda negra sobresalen los años de Carlos Salinas cuando silenciaba las protestas en el Congreso para presentar imágenes al gusto del gobernante. El pasado viernes repitió las viejas mañas y violó el derecho a la información garantizado por la Constitución. Es justo agregar que el Canal del Congreso siguió transmitiendo y que hubo conductores en la radio (Carmen Aristegui y Leonardo Curzio y José Gutiérrez Vivó, entre otros) que ignoraron la orden de enlazarse a la cadena nacional e informaron sobre lo que pasaba en la Cámara y sobre las protestas en las calles capitalinas.
La manipulación hecha por la Cepropie es relevante porque ese día estrenaba como jefe al nuevo secretario de Gobernación, Francisco Javier Ramírez Acuña, quien al tomar el cargo dijo: “Vengo a despeinarme” para “aplicar la Ley”. ¿Estaría Diane Pérez -la nueva estrella del firmamento televisivo- siguiendo instrucciones cuando engolaba la voz para decir que el presidente Felipe Calderón “empieza un sexenio como debe de ser, con mano dura”?
Un sábado en la capital. Al día siguiente Ricardo Ruiz, secretario del Gobierno del Distrito Federal con Alejandro Encinas, envió una larga carta a la Comisión de Derechos Humanos capitalina informándole que había decidido “no acepta[r] la Recomendación 16/2006”.
Los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador protestaron obstruyendo vialidades capitalinas durante mes y medio. 904 ciudadanas y ciudadanos reaccionaron presentando quejas ante la Comisión que realizó una minuciosa investigación para averiguar si las autoridades habían respetado “de manera integral” los derechos de los capitalinos. Es decir, si habían conciliado el derecho a protestar con el de transitar (entre otros). La CDHDF llegó a una conclusión negativa y el diez de noviembre envió la Recomendación antes mencionada en la que solicitaba al Gobierno de la ciudad que impulsara la regulación de las manifestaciones y estableciera criterios para evitar que afectaran los derechos de terceros. Una petición sensata si tomamos en cuenta que toda la capital es susceptible de transformarse en marchódromo.
El Gobierno rechazó la sugerencia apoyándose, sobre todo, en la preeminencia del derecho a protestar; “tener derechos políticos -argumentó Ruiz— no es poca cosa” además de ser una “cuestión de principios”. Aunque hace algunas consideraciones dignas de tomar en cuenta, al final domina la lógica del militante y se hace a un lado la del gobernante preocupado por todos.
Las implicaciones. Los derechos humanos están de capa caída porque además de las campañas de desprestigio en su contra es bastante común que los gobernantes tomen decisiones pensando en los suyos e ignorando o minimizando la necesidad de conciliarlo con los derechos de los demás. Al final sólo importan los intereses del “jefe”, el partido o las ideologías. Han incorporado a su retórica los derechos humanos pero no los han hecho parte integral de su acción o de la política pública; tal vez porque no los entienden o no les interesan.
Felipe Calderón ha hablado muy poco de los derechos humanos y cuando lo ha hecho es en relación, sobre todo, a la política exterior. Tal vez por ello le pareció natural nombrar como titular en la secretaría que coordina el Programa Nacional de Derechos Humanos a un personaje con un sólido prestigio... como violador de derechos humanos. El dictamen es incontrovertible y plural; coinciden la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Federación Internacional de los Derechos Humanos, el Parlamento Europeo y más de 100 organismos civiles del país. Con su instrucción a la Cepropie, Ramírez Acuña mostró la decisión con la que busca obtener la medalla al puño más duro del sexenio.
El Gobierno capitalino y Andrés Manuel López Obrador han incorporado al discurso contestatario la intención de refundar las instituciones a partir de la superioridad ética que tienen frente a los otros partidos... para luego rechazar en su totalidad una Recomendación de la Comisión de Derechos Humanos capitalina bastante sólida en su fundamentación y propuestas. Esa tendencia a ignorar los derechos de quienes no piensan totalmente como ellos es parte de un patrón observado durante los últimos años.
En el México actual también hay funcionarios de todos los colores empeñados en respetar de manera integral los derechos. Sin embargo, es preocupante la relevancia de quienes se empeñan, desde diferentes plataformas y lógicas, en torpedear principios indispensables para la superación de la crisis política que padecemos.
La miscelánea
Otra para el historial de parcialidades. El Gobierno Federal adoptó una línea dura contra quienes repudian en Oaxaca al gobernador Ulises Ruiz que, orondo y satisfecho, presume de su impunidad y amenaza con la inflexibilidad. Ese mismo Gobierno se transforma en gatito de ornato a la hora de perseguir a quienes han asesinado a opositores o amenazan a defensores de derechos humanos como el sacerdote Wilfrido Mayrén Peláez.
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