Tardía, inconsistente y plagada de errores ha sido la respuesta del Gobierno mexicano en torno a los recientes embates en contra de la inmigración ilegal a Estados Unidos.
Lo peor no es la falta de voluntad de los altos funcionarios, sino la ignorancia en el manejo de esta problemática que se extiende a analistas y hasta periodistas capitalinos que francamente han perdido la brújula y el sentido común.
El doctor Jorge Bustamante, relator de Migración de la Organización de las Naciones Unidas, asegura que la actuación de las autoridades mexicanas ha sido desastrosa, entre otras cosas porque centraron su malestar en el muro fronterizo cuando los problemas serios son de otra índole.
De hecho el doble muro que se construirá si lo aprueba el Senado norteamericano, es una extensión de la infame muralla metálica que se levantó en varias ciudades fronterizas en tiempos de Bill Clinton cuando arrancó la controvertida Operación Guardián.
Es una actitud soberbia del Gobierno norteamericano en contra de México, pero a final de cuentas una decisión soberana a la que difícilmente puede oponerse un Gobierno extranjero.
En cambio, en el paquete de leyes propuesto por el republicano James Sensenbrenner, se incluyen acciones en contra de los inmigrantes que vulneran los derechos humanos y que sí pueden ser combatidas con éxito a través de instancias internacionales.
Una de ellas es la propuesta de convertir en delito federal la migración ilegal, así como otorgar facultades a todas las corporaciones policiacas de Estados Unidos para detener y deportar a un inmigrante indocumentado bajo la simple sospecha de ser extranjero.
En el fondo el debate en Norteamérica es como detener el flujo incontenible de indocumentados, pero lamentablemente el enfoque es cada vez más policiaco cuando se trata de un fenómeno social y económico muy complejo.
Un reciente estudio del Pew Hispanic Center detectó que los indocumentados – en su mayoría- van a Estados Unidos atraídos por una promesa de empleo. Si a ello agregamos que el salario mínimo en México es menor a 50 pesos diarios contra 6.50 dólares la hora en California, pues obviamente el imán por cruzar la frontera es muy poderoso.
Por ello son parciales los argumentos que insisten en culpar a la pobreza de México como la razón principal de la migración ilegal.
La demanda de mano de obra barata y calificada en Estados Unidos es el principal motor de esta migración indocumentada. Prueba de ello es que los inmigrantes encuentran trabajo y logran una estabilidad económica que les permite enviar de 16 a 20 mil millones de dólares al año a México como resultado de su trabajo productivo y remunerador.
Hay que entender la mentalidad anglosajona cuando se asustan de ver el crecimiento sin ton ni son de los hispanos. No obstante es injustificable la xenofobia y las campañas agresivas de los grupos radicales que ignoran las aportaciones de la comunidad hispana a Estados Unidos a lo largo de varios siglos.
Pero será difícil que los norteamericanos acepten esta migración ilegal si no reconocen un beneficio real y concreto en sus bolsillos.
Sin duda llegará pronto el momento de ejercer presión sobre la economía norteamericana para promover un trato digno e igualitario para los inmigrantes.
Bastaría que los mexicanos suspendiéramos durante un año los viajes de paseo a Estados Unidos, así como la compra de artículos que sean fácilmente sustituibles por productos mexicanos para lograr un cambio de actitud.
Si los americanos han tomado peores medidas contra Gobiernos hostiles como el de Fidel Castro o Hugo Chávez, ¿por qué entonces no poner nuestra raya y defender los derechos humanos y sociales de nuestros hermanos migrantes?
Entre líneas
Tanto el PAN como el PRI deben estar felices porque lograron que el voto en el extranjero fuera un rotundo fracaso. Habrá que esperar a 2012.
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