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SAN JOSÉ, COSTA RICA.- En contraste con la agitación política que se ve con frecuencia en América Latina, Costa Rica está tomando con calma la crisis electoral derivada de un virtual empate en las elecciones presidenciales del domingo pasado que obligó a comenzar un largo conteo voto por voto.
En Costa Rica, país sin Ejército, reina la incertidumbre desde que el Premio Nobel de la Paz y ex presidente Óscar Arias quedó trenzado con Ottón Solís, su ex ministro de Planeación, en una reñida disputa por cada sufragio.
Ambos candidatos obtuvieron más del 40 por ciento de la votación, pero ninguno de ellos se ha proclamado triunfador en espera de que el Tribunal Supremo de Elecciones acabe el conteo de los votos.
El conteo podría llevar unas dos semanas, pero diarios han dicho que cifras parciales ponen en la delantera a Arias.
En uno de los pocos signos de que hay algo fuera de lo común, un pequeño grupo de 20 estudiantes participan en esporádicas protestas afuera del Tribunal contra Arias y un tratado de libre comercio de Centroamérica con Estados Unidos que él apoya.
Costa Rica, un productor de café de alta calidad, se ve a sí mismo como un país más ordenado que el resto de América Central, alejado de los conflictos armados que desangraron la región durante la década de 1980.
“Es un país que está acostumbrado a elecciones cada cuatro años. Elecciones limpias, cristalinas, transparentes. Nadie duda de la honorabilidad de nuestro sistema electoral”, dijo Arias.
Pero la histórica estabilidad se debilitó al estallar en 2004 una serie de casos de corrupción. Dos ex presidentes fueron arrestados por acusaciones de haber aceptado sobornos para sus campañas por parte de compañías extranjeras.