Con todo este reborujo que produjo la ausencia de un ganador, cuyo cetro pelean Calderón y López Obrador, hemos estado olvidando que, además del PRD y el PAN, hubo un tercer partido, el PRI, que postuló como candidato a Roberto Madrazo Pintado ¿lo recuerdan? De él podría escribirse en la lápida, a manera de epitafio: se lo escabecharon sus propios compañeros. Es este asunto algo que no es posible digerir sin mascullar un denuesto. Se sacudieron al candidato a base de enemas que debilitaban al unísono a todos los priistas que apenas seis años antes habían recibido una santa paliza que los dejó al borde de la tumba. No les importó. Había que destruir el liderazgo del que figuraría como su candidato a la Presidencia de la República, costara lo que costara y les costó el descrédito de un partido que antes se le veía con un ojo de farol apagado pero que ahora trae cabeza y brazos vendados, revelando las placas de rayos equis, que los huesos de las piernas se le salieron de lugar.
Los gobernadores crearon un grupo en contra que más parecía un pelotón de fusilamiento, deseoso de ponerlo de espaldas a un paredón, que un frente opositor interno dispuesto a buscar consensos que demostraran que la mayoría no lo quería, logrando tan sólo poner al descubierto que ansiaban ocupar su sitio. En ese quehacer casi acabaron con la institución que si logra levantarse del estado agónico, en que se encuentra ahora, será un verdadero milagro. Las deserciones están a la orden del día. Lo estaban antes y se han agudizado en los días que corren.
Cabe decir que esa apostasía no tiene su origen en los postulados filosóficos, sino en la búsqueda de preservar prerrogativas. Les da lo mismo un partido conservador que uno liberal, lo importante es mantenerse en el candelero. Los principios fundamentales en que descansa la existencia de un partido es lo que menos les interesa. Estamos viviendo una época en que los valores éticos se los ha llevado el viento, como hojas secas barridas por las ráfagas de un otoño brumoso. La mayoría cambia de chaqueta con un desparpajo, sin el mínimo sonrojo ni la más pequeñas muestra de pena. Hoy están en el PRI, mañana en el PAN y pasado mañana en el PRD o a donde los lleven sus locas e insaciables ambiciones.
Se muestran tan ufanos que bien parece que hacen gracia. Lo gobernadores, con la honrosa excepción de uno o dos, sometiéndose a los dictados del centro aceptando lo inaceptable, participando en un proceso electoral que no ha terminado, con tremenda carga emocional, se postran de rodillas rindiendo pleitesía al tradicional becerro del poder. Los que no firmaron son objeto de burlas considerando que hay que preservar las entregas que hace el Gobierno Federal, sin querer percatarse que por derecho, de cualquier manera, les corresponde a las entidades federativas. Es la historia de siempre en que por un plato de lentejas se trafica hasta con la honra. La mayoría no son capaces de decir, con criterio propio, que no. La verdad es que no todos tienen la fortaleza de brincar, usando esa cucaña que les coloca la federación, el gran charco de corrupción en que se ven envueltos. Es la política actual un pantano que no todos alcanzar a cruzar sin mancharse.
No hay que ocultarlo. El PRI ha sufrido los ataques de afuera y de adentro que lo han dejado malparado. Al desprestigio por el saqueo de las arcas públicas, le agregan el coqueteo descarado con sus rivales de los que no difieren mucho, no por la plataforma política que cada uno sustenta ni por los principios ideológicos que les son consustanciales, si no por el oportunismo que parece regir sus destinos. ¿Que decir de los verdaderos priistas? los que se mantienen dando la cara, permaneciendo fieles, sin esperar recompensa alguna, que los hay aunque lo pongamos en duda.
Además están los que cargan las mantas, votando por su partido en las buenas y en las malas, cansados de tanta demagogia, a cuyo pesar piensan que aún es posible venga un redentor que ahuyente a latigazos a los mercaderes del templo priista. De lo que he visto y oído nada parece haber cambiado en el interior del partido. El PRI está por entrar en la fase de renovación de sus dirigentes. Llegará, como ya se va haciendo costumbre, dividido. Ahora, los mismos que lo hundieron en el lodo pretenden quedárselo como botín de guerra. No tienen vergüenza. Si vemos a los perversos de hoy son los mismos confabulados de ayer cuya meta era destruir la institución. En medio de sus ruinas, cuya devastación por poco no deja piedra sobre piedra, se revuelcan gozosos aun con el talacho en las manos. Tout est perdu, fors l´hooneur, todo se ha perdido, menos el honor, dicen que dijo Francisco I rey de Francia, después de haber sido derrotado y puesto preso en Pavia por las tropas de Carlos I, rey español, en el ya lejano año de 1525.