A tres años del comienzo de la invasión estadounidense a Irak un 19 de marzo, los iraquíes concentran hoy todos sus esfuerzos en sobrevivir día a día. Hoy la violencia se ha adueñado de las calles y el conflicto sectario es cada vez mayor, el cual ha provocado el riesgo de que en el país se desate una nueva guerra: la civil.
El país vive una crisis política que ha postergado la formación de un Gobierno que dé a los ciudadanos una urgente mejor calidad de vida.
Hoy la gente vive aterrorizada por los delincuentes. Durante estos tres años se han registrado más de diez mil secuestros, entre los que al menos mil terminaron en la muerte del plagiado.
Además los insurgentes han atacado 76 escuelas, matando a más de 300 profesores en el proceso. Más de dos mil 200 marines estadounidenses han muerto y miles más han quedado con heridas de por vida.
El número de civiles iraquíes muertos varía, organizaciones civiles internacionales manejan cifras de hasta 150 mil; mientras que el presidente de Estados Unidos George W. Bush afirma que son un poco más de 30 mil.
Hay menos agua potable, menos gas, menos gasolina, menos electricidad. Bagdad hoy en día goza de un promedio de menos de seis horas de electricidad al día.
La electricidad, el agua y el petróleo son los principales blancos de ataque por parte de los insurgentes. La incapacidad de la Coalición para proteger estos suministros tiene indignada a la población.
Hoy, a tres años de la invasión estadounidense -que usó de pretexto el almacenamiento de armas de destrucción masiva (que nunca fueron encontradas) en el régimen del depuesto presidente Saddam Hussein- no es motivo de celebración en el país árabe.
Pese a una guerra que “liberó” a los iraquíes de una dictadura, hoy los shiitas, sunitas y kurdos deben luchan por salir adelante en una tierra donde los atentados de los rebeldes no se detienen.