Pese al nerviosismo que me domina en estos momentos al no saber con certeza quién será nuestro próximo presidente, fui capaz de obtener algunas conclusiones acerca de la jornada electoral con las cuales no pretendo pasar a la historia, pero al menos ser recordado por los mexicanos en los siguientes 100 años:
1. Felipe Calderón es el candidato que se perfila como ganador de la contienda. Hasta las 18:30 horas de ayer, con en 98.32 por ciento de las actas procesadas, el panista tenía un porcentaje de votación del 36.37%, frente al 35.35% de López Obrador. Aunque éstos no son los resultados finales, permiten advertir el triunfo albiazul, pues el 64% de las actas pendientes de procesar, pertenecían a entidades donde el voto mayoritario fue para Calderón.
2. EL PRD, al conocer el estrecho margen que le separa del triunfo presidencial, promoverá un sinfín de recursos legales y, sobre todo, ilegales para tratar de revertir la voluntad de los mexicanos. Marchas vendrán, declaraciones desesperadas se escucharán, denuncias se interpondrán y se armará un gran teatro que en nada contribuye a la tranquilidad post electoral.
3. El domingo por la noche, López Obrador mostró abiertamente la peor de sus facetas: la intolerancia. En un discurso triunfalista, el tabasqueño aseguró tener cálculos que le daban una ventaja cercana a los 500 mil votos. Más tarde, le exigió al IFE que reconociera su triunfo, el cual, hasta la tarde de ayer, era inexistente. Es increíble que el perredista piense que sus cálculos gozan de mayor credibilidad que los de la instancia electoral. No nos sorprenda escuchar de pronto que el IFE armó un complot en contra de Andrés Manuel.
4. Otro factor para reflexionar es la forma en la que estará dividido el Congreso de la Unión. Aunque el PAN creció en cuanto a su número de curules, ningún partido cuenta con una mayoría. Esto nos permite pensar que el próximo presidente de la República deberá ser hábil en las negociaciones con las demás fuerzas políticas para así aprobar las reformas que nos permitan avanzar.
5. El caso de Coahuila es digno de llamar la atención. Como todos sabemos, hace unos meses el PRI dominó la gran parte del Estado. Esto hizo suponer que la supremacía podría extenderse a los comicios del pasado domingo, pero sucedió todo lo contrario. Por increíble que parezca, el PAN obtuvo en nuestro Estado aproximadamente el 66% de los votos emitidos para presidente de la República. Además, ganó las elecciones para senador y, por si fuera poco, de sus filas saldrán al menos cuatro de los siete diputados federales de la próxima Legislatura.
6. Los mexicanos somos un pueblo ejemplar por nuestra cultura cívica y democrática. Contrariando a todas las predicciones que veían al abstencionismo como el gran triunfador de la contienda, casi el 60 por ciento de los votantes acudimos a las urnas para manifestar nuestra voluntad. Eso es muestra de la madurez nuestra, que habrá de servir para que nuestros políticos entiendan que ya no somos los mismos ciudadanos apáticos de hace unos años.
7. Hasta el próximo jueves quizá conoceremos los resultados oficiales y definitivos del IFE. Hasta entonces, sociedad y partidos debemos guardar la calma y esperar con la paciencia de un santo. Sé que eso es mucho pedir, pero sólo así podremos seguir teniendo uno de nuestros bienes más preciados: la paz.
8. Independiente de quiénes resulten ganadores en esta contienda, entre los mexicanos debe existir la concordia y el respeto mutuo. Quizá los resultados no sean los que esperábamos, sin embargo, eso no debe desilusionarnos. El anhelo de vivir en un México mejor podría convertirse en una realidad si nosotros trabajamos unidos y no instalados en una discordia nociva.
9. A partir del anuncio del IFE, los mexicanos debemos unirnos al presidente electo para motivarlo a que imprima todo su talento y capacidad en la busca del bien común. Tenemos mucho por hacer si queremos cambiar nuestro propio destino. Aprovechemos la oportunidad que se nos brinda cada día para luchar por el futuro de nuestra nación.
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