Cuando hay turbulencia durante un vuelo, de inmediato el piloto del avión o los sobrecargos toman medidas para evitar cualquier accidente.
Se pide a los pasajeros que se abrochen su cinturón y que permanezcan sentados en tanto las bolsas de aire o el mal tiempo desaparezcan. A su vez el piloto reorienta la nave, toma más altura o desciende para encontrar una ruta más segura y estable.
En México llevamos varias semanas turbulentas y todavía es tiempo que nadie toma acciones para evitar una futura tragedia.
La calentura de las elecciones políticas y ahora la emoción del Mundial de Alemania tienen embebidos a los altos funcionarios de las finanzas y la economía.
Desde mediados de mayo el peso comenzó a perder valor ante el dólar al tiempo que la Bolsa Mexicana de Valores registraba sus primeros ajustes.
A un mes de iniciada la turbulencia económica todavía es fecha que las autoridades no reaccionan y lo peor de todo es que siguen confiados en el famoso “blindaje” financiero que ha comenzado a mostrar su vulnerabilidad.
Primero se atribuyeron estos ajustes al entorno internacional en donde los precios del petróleo han alcanzado niveles históricos al tiempo que Estados Unidos eleva sus tasas de interés y el fantasma de la inflación se hace presente.
La volatilidad del peso y de la bolsa en México llegó en esta semana a niveles preocupantes y que tienen mucho que ver con el clima interno del país ante las elecciones presidenciales.
El mercado de valores ha perdido un 25 por ciento de su valor en un mes, lo que sumado a casi un diez por ciento de la devaluación del peso tenemos una caída en valores de dólar de un 35 por ciento aproximado.
¿Qué haría usted si de un mes a otro el valor de su casa, negocio o simplemente de sus ahorros se redujeran en más del 30 por ciento?
Seguramente saldría a la calle o a donde fuera necesario para defender su patrimonio y tomar las medidas necesarias para recuperar lo perdido.
En México esta grave situación no es asunto de alto interés al menos hasta el día de ayer. Quizá a partir de ayer martes cuando la caída de la Bolsa Mexicana fue superior al cinco por ciento las autoridades se pondrán a trabajar y a desquitar sus sueldos.
Es cierto que el mercado de valores creció en forma importante en los últimos cuatro años y que algún día se ajustaría. Sin embargo, los ajustes son muy superiores al promedio de otros mercados internacionales lo que indica que hay algo más detrás.
Las tasas de interés en México se mantienen frenadas en los últimos meses a pesar de las alzas continuas en Estados Unidos. Actualmente el diferencial de tasas de interés entre México y Norteamérica es de apenas dos puntos lo que no favorece para nada al peso.
La otra gran preocupación del mundo financiero nacional e internacional es el resultado de las elecciones del dos de julio y de ahí la creciente turbulencia.
Hay temor de un triunfo del PRD a pesar que en las últimas encuestas la ventaja de Felipe Calderón se afianza aunque todavía dentro de un virtual empate técnico.
Pero aún en caso de ganar López Obrador, México ya es mayor de edad y cuenta con instituciones sólidas para impedir otro “echeverriato” o “salinazo”. De ahí que es de extrañar tanta incertidumbre y más que nada inseguridad ante un sistema democrático que demostró en el 2000 su fortaleza y operatividad.
Por lo mismo inquieta la indiferencia de las autoridades que no toman cartas en el asunto, vaya, ni siquiera se atreven a levantar la voz para pedir calma y prudencia, tal como lo haría un buen piloto en momentos turbulentos.
¿Aguantará el “blindaje” cualquier temporal del próximo dos de julio?
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