Dios está con los malos cuando los malos son más. Ese adagio parece asentar perfecto para describir cuál ha sido la estrategia de Andrés Manuel López Obrador para intentar ganar los comicios de pasado mañana. Obviamente que la expresión citada significa que el ganador estará donde haya más personas, sin importar si se tenga razón o no.
El caso es que gracias a Dios se ha terminado este espantoso tiempo electoral y los ciudadanos mexicanos acudiremos a las urnas a definir quién será nuestro próximo presidente y la configuración del próximo Congreso de la Unión, por eso valen la pena reflexiones de último momento.
Primero que nada, lo más posible es que el “Pejelagarto” se alce con el triunfo, la mayoría de las encuestas serias le da esa ventaja y es difícil suponer que el electorado que aún mantiene su voto oculto, decida apoyar a la opción panista, de hecho creo más probable que la ventaja de AMLO se amplíe, sólo al tiempo.
Segundo. Aunque se mantengan esperanzas reales y fundadas de que Felipe Calderón logre triunfar, se debe señalar que el famoso “Cuñado incómodo”, lo logró sacudir con fuerza, tan es así que lo bajó de la primera posición de las encuestas y que puede significar su eventual fracaso electoral. Se debe decir que Felipe Calderón como candidato, es malísimo. Carente de encanto alguno, el michoacano es el típico ejemplo del panismo de antes. De ésos de los persignados que solían dictar clases de moralidad y que en todos lados solían ser rechazados por las mayorías. También de esos panistas que están mucho más preparados –hay que decirlo con todas sus letras- que sus adversarios políticos, pero al fin, Calderón carece del carisma y personalidad de Vicente Fox o hasta del propio Roberto Madrazo, por citar algunos ejemplos.
Tercero, habrá que consignar hasta dónde llega el egoísmo humano. El PRI tenía absolutamente toda la mesa puesta para recuperar el poder. Desde 2003 en las elecciones federales intermedias, el partido tricolor no hacía, salvo contadísimas excepciones, más que propinarles abrumadoras barridas al PAN y creo que además con mucha fortuna para la ciudadanía. Valía la pena que los exabruptos, torpezas y abusos de la nueva clase en el poder, recibieran un rápido apaciguamiento. Así, el incomprensible protagonismo de la señora Sahagún, los hermanos Bribiesca, los “cuñados incómodos”, la rudeza innecesaria del presidente para los demás actores políticos distintos a su partido, supieron que sus actos no pasan desapercibidos. Por todo ello, el PRI tenía que cuidarse de cometer un solo un error, nombrar a Madrazo como abanderado. Me atrevo a decir que cualquier otro candidato -por supuesto pillos como Montiel no- hubiera triunfado sin problema alguno, pero el egoísmo se impuso, ni hablar para ellos y que se resignen a su tercer lugar.
Partiendo de las tres reflexiones líneas arriba, sólo queda señalar con claridad que el domingo próximo México debe exigir comicios legales y en paz. Que gane quien quiera la mayoría, pero sin trampas. Debo decir que López Obrador es el menos capaz por mucho para gobernar, carece a leguas de la preparación adecuada para entender la magnitud de las decisiones que habría de tomar en caso de ganar. Se debe consignar que está rodeado en su círculo cercano por los más recalcitrantes salinistas que tanto satanizó. Y que el rencor que él le guarda al empresariado mexicano, no hará sino retrasar un avance económico planteado desde hace diez años. La moneda está en el aire y a esperar el domingo a las ocho de la noche. eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx