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Ultranacionalismo contra inmigración

Juan de la Borbolla R.

La posición que se contempla en Estados Unidos a raíz de la presentación de la iniciativa conocida como Sensenbrenner por la autoría de dicho legislador republicano, estableciendo nuevas limitantes a los inmigrantes sobre todo iberoamericanos, parece ser que se inscribe en la misma línea que se está dando en países europeos y más específicamente por partidos conocidos de extrema derecha en su referencia con la inmigración.

Los partidos etiquetados como ultraderechistas en Austria, Francia, Holanda etc., más que perseguir posiciones de tipo tradicionalista en lo relativo a la moral social, o antiliberales en lo económico y social, como pudiera haber sido ese posicionamiento en otros tiempos históricos, están poniendo el énfasis y por ello consiguiendo muchos adeptos, al manejar un discurso básicamente denostador de las inmigraciones de personas provenientes de África, Turquía, los países balcánicos pero sobre todo de países musulmanes que han convertido a ciudades como Londres, París, Frankfurt, Amsterdam o Viena en ciudades donde los oriundos pasan a ser minoría, y las colonias de inmigrantes, mayoría.

Sin embargo la paradoja del caso es que la inmigración es un típico fenómeno de nuestra época: la ONU maneja un cálculo estimado superior a los 150 millones, los migrantes en todo el mundo.

Una estimación realizada por la CEPAL, considera que un diez por ciento de esa población que ha abandonado su terruño, procede de algún país iberoamericano o caribeño buscando trabajo, mejora de la calidad de vida, y en ocasiones simplemente oportunidades para sobrevivir, en algún país desarrollado.

El dato oficial de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), no puede tomar en cuenta a indocumentados, por ello estimó extraoficialmente en casi 20 millones los latinoamericanos y caribeños que residían fuera de sus países.

En el informe titulado “Globalización y Desarrollo”, la CEPAL dijo que siete de cada diez migrantes iberoamericanos residen en Estados Unidos.

Canadá, con más de 500 mil inmigrantes, y otros países como España, Italia, Holanda, Reino Unido, Australia, Escandinavia y Japón, figuran entre los otros destinos principales de los migrantes que se mueven desde algún país iberoamericano.

Este hecho independientemente de la procedencia del migrante y del destino final en el que pretenda encontrar su “paraíso terrenal” nos señala un grave problema sociológico, cultural, económico, político y psicológico que se deriva de esa movilidad de tantos millones de personas.

Por una parte la persona o la familia que tiene que abandonar la patria para encontrar esas condiciones mejores en otro país, va a encontrar enormes dificultades en su adaptación social y cultural, al grado de que hay sociólogos que estiman que existe una crisis que a veces sólo hasta la tercera generación logra ser subsanada.

Las dos primeras generaciones son de apatridas culturalmente hablando y minusválidos sociales, porque encuentran una enorme resistencia de adaptación de esos grupos ultranacionalistas hoy tan en boga para los cuales esas oleadas de personas provenientes de quién sabe donde, aunque les sean enormemente útiles, por llevar a cabo tareas que ellos no quieren desarrollar, son sin embargo distintos, y están rompiendo ese encanto de la sociedad oriunda.

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