El ministro del Interior celebró que el Tribunal Constitucional haya respaldado la Ley sobre inmigración que endurece las condiciones para la obtención de permisos.
EFE
París.- El ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, se esforzó hoy por dejar claro que no habrá una regularización masiva y automática de emigrantes en Francia, por entender que la experiencia de España e Italia demuestra que esa medida ha sido ineficaz y "un error".
Sarkozy dio hoy una rueda de prensa antes de reunirse con todos los prefectos de Francia para explicarles la recientemente aprobada Ley sobre inmigración e integración de extranjeros, que endurece las condiciones para la obtención de permisos de residencia, así como la reagrupación familiar.
En varias ocasiones dijo expresamente que el Gobierno rechaza la legalización generalizada de los extranjeros sin papeles y se mostró satisfecho de que el Tribunal Constitucional haya respaldado el texto de la Ley por él presentada, argumento que empleó para contrarrestar la "agitación" de algunas asociaciones cívicas y la oposición política de izquierdas.
Para justificar la negativa a una amplia regularización mencionó explícitamente la política llevada a cabo por España e Italia, dos casos a su juicio llamativos "porque han pasado de ser países de emigrantes a serlo de inmigrantes".
De España dijo que entre 2000 y 2004 regularizó a un millón de extranjeros y el Gobierno legalizó a más de medio millón más en el primer semestre de 2005, mientras que Italia otorgó papeles a un millón entre 2002 y 2003 y ahora lo va a hacer con otro medio millón adicional.
"Cuanto más se regulariza más se convoca a las redes que trafican y explotan a seres humanos", afirmó Sarkozy, para quien las legalizaciones masivas son una invitación a la llegada de nuevos extranjeros.
La comparecencia del titular de Interior tiene lugar mientras miles de familias se agolpan ante las prefecturas francesas para solicitar su regularización ante el hueco legal que se ha abierto para el caso de los que tengan hijos escolarizados.
En medio de la creciente polémica y la movilización de asociaciones ante posibles expulsiones de familias de extranjeros con niños en escuelas francesas, Sarkozy remitió a mediados de junio una circular a los prefectos en la que detallaba los criterios para otorgar permisos de estancia.
Entre ellos figura que uno de los padres resida en Francia desde hace al menos dos años, que algún hijo esté escolarizado desde al menos uno, que el menor carezca de lazos con el país de origen de sus progenitores y que las familias hayan demostrado una verdadera voluntad de integración en la sociedad francesa, demostrada con el dominio del idioma y la ausencia de problemas con la Justicia.
Si los solicitantes no cumplen todos los requisitos serán invitados a abandonar Francia voluntariamente, con una pequeña ayuda económica, o las fuerzas de seguridad les obligarán a ello.
Sarkozy quiso mostrar la cara de político centrado, alejado de la extrema izquierda - "que quiere regularizar a todos"- y de la extrema derecha - "que quiere expulsar a todos"- y por eso aseguró que su política es "de firmeza y sensibilidad".