Una pregunta. Un millón de respuestas. ¿Qué necesita México? Si pretendemos enumerar las necesidades de nuestro país, serían insuficientes las páginas de este periódico para incluirlas todas.
Urge, por ejemplo, una recuperación económica que redunde en la disminución de la pobreza. Desde hace tiempo la esperanza nos ha hecho repetir lo mismo cada 31 de diciembre: “Estoy seguro que el próximo año las cosas irán mejor en el país y por fin mejorará la situación económica”. Pero el tiempo pasa y aunque el Gobierno presente cifras impresionantes sobre la inmejorable situación financiera en el país, sigue abundando la pobreza, las injusticias sociales y la delincuencia.
Nuestro México necesita también mayores fuentes de empleo. En los últimos años, decenas de empresas han decidido cerrar sus puertas y emigrar a otras naciones debido a la pérdida de competitividad del país. Cada vez son menos quienes deciden arriesgarse a invertir en nuestro territorio. La inseguridad pública, así como lo complicado que resulta el sistema fiscal mexicano, han ahuyentado a los generadores de empleos. Esto ha traído como consecuencia que en distintas regiones la desocupación haya llegado a niveles alarmantes.
Es necesaria en México la implementación de reformas estructurales que nos permitan estar a la par de otras naciones tradicionalmente consideradas más atrasadas que la nuestra, pero que ya nos han rebasado gracias a los cambios profundos implementados por sus gobiernos. Hace falta una reforma fiscal para promover nuevas inversiones y para poner en cintura a los grandes evasores, no a ti ni a mí, sino a todos aquellos que se libran de cumplir sus obligaciones tributarias echando mano a prácticas corruptas. Es indispensable también una reforma energética mediante la cual se permita la inversión privada para estimular el crecimiento del país en cuanto a su infraestructura.
México necesita que sus ciudadanos sean honestos. Uno de los peores vicios cultivados durante más de 70 años de priismo, es la corrupción. Los malos manejos llegaron a tal extremo, que nuestro país fue saqueado durante décadas, sacrificándose así el crecimiento de la nación y el bienestar de su gente.
Muchas cosas requiere México para experimentar un crecimiento, pero una de las mayores urgencias es la de contar con un mejor nivel político. En los últimos meses un grupo de pillos se ha encargado de recordarnos que el cochambre y la podredumbre son características muy propias de la política. Las acciones emprendidas por Andrés Manuel López Obrador y su gente, son una muestra clara de cómo un pequeño grupo puede secuestrar a la ciudad más grande del mundo.
Si no se ha experimentado un cambio real, es precisamente porque los políticos han tomado a nuestra nación como su rehén para privilegiar intereses muy distintos al bienestar nuestro. Priistas contra perredistas. Perredistas contra panistas. Panistas contra priistas. Todos contra todos... y todos contra México. Si el presidente de la República propone algo, la consigna de los partidos opositores es llevar siempre la contra sin reflexionar siquiera en los beneficios que pudiera tener el apoyar la propuesta presidencial y por desgracia, durante el próximo sexenio ocurrirá lo mismo. Cuando en un país reinan los intereses de grupo, en el olvido queda la obligación de buscar el bien común. Quizá sea en extremo desoladora mi afirmación, pero mientras sigamos teniendo a unos políticos tan faltos de amor a nuestro país, seguiremos conociendo lo que es la crisis económica, pues jamás se llevarán a cabo los cambios estructurales requeridos.
México necesita de muchas cosas, pero sobre todo, necesita de nosotros. No caigamos en el error de políticos viles que aprovechan sus cargos sólo para alcanzar ambiciones personales. Nosotros sí queremos a nuestro país. Demostrémoslo con nuestro diario esfuerzo y con nuestra indignación hacia el proceder de todos aquellos que se han aferrado a secuestrar nuestras esperanzas.
javier_fuentes@hotmail.com