De paso fugaz por Santos Laguna, al inicio de su caminar por la Primera División, Wilson Graniolati no dejó mucha huella en la Comarca Lagunera, a la que regresa esta tarde para convertirse en el cuarto técnico en el breve lapso en el que se han sumado los descalabros.
Ya esta columna lo había mencionado como candidato a tomar el timón albiverde antes de la contratación de Benjamín Galindo Marentes, quien en siete enfrentamientos no consiguió una victoria, y con cuatro empates deja el timón y una pobre contabilidad de cuatro unidades.
Solamente el tiempo dirá si fue acertada la decisión, y ocurre cuando a Santos le urgen puntos para apartarse del camino que va al descenso, algo que no se esperaba todavía en la campaña anterior, pero que hoy es el pan nuestro de cada día.
Y estos son momentos, no de estar pensando en calificar sino que la atención debe enfocarse en el accionar de cada jugador, pues el futbol de los Guerreros ha venido a la baja notablemente, por más defensas que haga su directiva de los jugadores.
Santos que tuvo una característica guerrera, la ha cambiado por lo que muchos llaman ya una actitud ?aburguesada?. Es cierto, se trabaja y se entrena fuerte, pero a la hora del partido no se ve el espíritu guerrero a plenitud sino por cuentagotas, con individualidades.
Ahí es donde el entrenador Wilson Graniolati debe poner atención, porque se necesita regresarle el alma, la vida y el corazón a las jugadas de todos, no de algunos que siguen cumpliendo, pero su esfuerzo, en un juego de conjunto no es suficiente.