Esta historia que hoy vive Santos, y que ha llegado a una realidad que preocupa, empezó a escribirse hace tiempo. Un mediodía, a la hora de la comida, llenos de sorpresa nos enteramos que Santos Laguna había sido vendido y se ocultaba al comprador.
Hubo cambios en la directiva del conjunto y apareció el nuevo dueño, que por medio de su representante anunció cambios y hasta la construcción de un nuevo estadio. Y poco después apareció la otra realidad que todos conocen y que según se dice no llega a su fin.
Se suspendieron los pagos a jugadores y proveedores, y sin embargo éstos, mostrando gran profesionalismo, siguieron en la lucha y cumpliendo. Se pudo así sacar la nave a flote y hasta hacer un buen papel en la Copa Libertadores, donde Santos fue la sensación.
Santos Laguna fue recuperado por sus antiguos propietarios, y surgió un nuevo proyecto, ambicioso, juvenil pero con algunos riesgos. No obstante, todos siguieron esforzándose por cumplir, y los números futbolísticos empezaron a sufrir mermas.
Empezaron a asomarse los tiempos malos, éstos por fin se abrieron de capa el pasado domingo y Santos apareció al fin en el fondo de la tabla de posiciones y en la lista de los que tienen ya un farol rojo que señala la próxima etapa, que puede ser la Primera A.
Llegó el tiempo del rescate, del trabajo unido de todos para sacar avante la nave. Directivos, cuerpo técnico y jugadores solamente a lo suyo, a trabajar en lo que les corresponde, lo mismo los medios, y en cuanto a la afición, pedirle su apoyo y no sus ataques.
