Cada Campeonato Mundial de Futbol aporta algo, o nuevas reglas, nuevas disposiciones, aparición de nuevas figuras, etcétera, etcétera. Por ejemplo, cuando en México 1970 se celebró este evento, aparecieron las tarjetas rojas y amarillas para sancionar.
En este, de Alemania, una de las disposiciones más elogiadas ha sido el de prohibir a los técnicos el consumo de cigarrillos desde la banca, y una de las ?víctimas? de esta norma es Ricardo Antonio La Volpe, que parece chimenea de tren antiguo.
Ojalá que esa determinación se amplíe en el futuro, y que no se permita más a los técnicos consumir cigarrillos mientras se efectúan los partidos, pues el futbol está por todas partes dando enseñanzas a la niñez, y el fumar cigarrillos es mal ejemplo.
Se ha buscado también que haya menos dramatizaciones de los jugadores, que por quítame estas pajas hacen teatro, y muy especialmente reclaman en forma airada. En este Mundial mucho se ha avanzado para controlar los excesos de los futbolistas.
El fair play, o sea el juego limpio, sigue adelante, aunque con pasos lentos. Se busca dar más protección y garantías a quienes practican este deporte, que no deja de ser de grandes riesgos, pues los choques, las patadas y los golpes pueden ir a partes sensibles y dañar al jugador técnico.
Apenas ha terminado la primera semana de esta competencia y el entusiasmo continúa creciendo. Una justa de estas características crece mientras avanza, a diferencia de otras ramas que cansan y en las que se pierde el entusiasmo.