Visitando Santa Rita uno ve a un equipo alegre, optimista, trabajando con entusiasmo. Luego, al arrancar cada partido se notan las ganas de hacer las cosas bien y se ve la gran disposición de cada jugador, pero pasan los primeros quince minutos y cambia todo el panorama.
Ante Necaxa se tuvo un arranque muy promisorio, aunque los primeros peligros serios los pusieron los Hidrorrayos. A partir del minuto dieciséis Santos se metió en un peloteo que no llevaba a nada y los rivales se conformaron con lo que ocurría.
Sobrellevaron el partido unos y otros, mientras que los aficionados lucían tranquilos y sin mostrar mucho apoyo, como ocurría en otros tiempos cuando los de casa mantenían un buen ritmo los 90 minutos.
Fue hasta el segundo tiempo cuando las cosas volvieron a sacar de la modorra a la clientela y Santos volvió a insistir yendo al frente, sobre todo con la enjundia de Oribe Peralta, apoyado ahora por el recién ingresado Elgabry Rangel.
Kléber merodeaba como un zorro buscando los descuidos del rival, hasta que de tanto insistir encontró un hueco y nada menos que por el centro, donde burló a cuantos quiso y con potencia mandó su disparo ante un sorprendido Caranta.
Si se deja a Oribe Peralta todo el encuentro quizá se hubiera aprovechado hasta el último minuto su enjundia, pero no sabemos si salió por lesión o por otra causa, pero el equipo bajó de empuje y luego vendría el golazo de Kléber, que tiene como cliente a Santos.