Cuando Daniel Guzmán llegó para dirigir a Santos, una de sus primeras metas, dijo, era devolverle a los jugadores el famoso espíritu guerrero, que el había conocido muy bien en su época de jugador, cuando el conjunto despuntaba.
Hemos visto algunos destellos en la recuperación del famoso espíritu, pero falta mucho por lograr. Por ejemplo ante Tigres, en el segundo tiempo se vieron las ganas, el deseo de salir adelante, sobre todo cuando entró Francisco Gabriel.
Pero ante el Atlas se notó nuevamente la falta de combatividad de algunos, que parecían conformarse con otro miserable empate. Santos necesita volver a conocer el número tres, que ya parece estar borrándose de la mente.
Hace falta, como ha ocurrido en otros tiempos y en otras partes, meter cuñas con gente joven, hambrienta de todo para que muestre lo que es el espíritu guerrero, lo que son las ganas de triunfar aunque enfrente se tenga al mejor equipo del mundo.
Si los veteranos, los de fama, buenos sueldos y muchas atenciones no dan para lo que fueron contratados, hay que poner en su lugar a los de la cantera que tan bien están haciendo las cosas en los mismos entrenamientos.
Daniel no debe olvidar que el tiempo es polvo de oro, colmillos de elefante y plumas de avestruz, y que en torneos cortos cada jornada es decisiva, máxime si se está buscando no descender y no deben esperarse hasta la próximo temporada para reaccionar.