Solamente un auténtico guerrero podrá levantarse del piso, donde está tirado desde hace mucho tiempo. Solamente con espíritu, no sólo de lucha sino también de firme determinación, de aprovechar el poco oxígeno que se tiene para sobrevivir.
Y ese guerrero deberá estar lleno de lucidez para poder encontrarle la salida a este laberinto, que se enreda cada vez más. Un guerrero que deje de tener los brazos cruzados y se ponga a luchar con decisión y con idea de lo que está haciendo.
Un guerrero representado por una directiva que se aboque a los problemas y que no permanezca indiferente y no haga declaraciones sólo para salir del mal paso, porque no se puede culpar a otros de los males, y con entereza aceptar la realidad.
Un cuerpo técnico que defina si puede o no con el paquete y se ponga a trabajar con lo que tiene, pero sacándole el mejor provecho y quizá dejando en la banca a los que no han podido cumplir por más oportunidades que hayan tenido.
Un guerrero representado por cada uno de los jugadores que forman el plantel, que asuman toda su responsabilidad y que salgan a la cancha lo mismo a entrenar que a jugar con toda la actitud que requiere el futbol de entrega.
Y por parte de la afición poco hay que pedir pues es la que ha estado fiel al lado de un equipo que antes ganaba y representaba muy bien el espíritu lagunero, de lucha, trabajo, esfuerzo y resultados. A los seguidores, que sigan en lo mismo, apoyando.