Mea culpa por la extensión de este considerable periodo de no publicaciones los viernes, una disculpa a los que gentilmente se toman el tiempo de leer estas líneas.
Qué gran revuelo se ha formado en torno al cambio de poderes municipales en Torreón. Los desquites por afrentas pasadas no tardaron ni una semana en llevarse a cabo y la ya muy manifiesta división en el PAN municipal esta vez ha llegado al límite. En el blanquiazul de Torreón hay dos partidos que compiten entre sí siempre para usurpar la marca política que se han forjado.
Desafortunadamente, esos rencores han llegado a que la ola de despidos afecte a personas de tropa, a personas que dependen directamente de su salario –entre ocho y 14 mil pesos mensuales- para la manutención de sus familias, lo que con un caso que así haya sido, lo vuelve una acción reprobable.
También a “río revuelto, ganancia de pescadores” y las Cámaras de Torreón están increíblemente activas opinando de todo, siendo críticas a más no poder, pidiendo cuentas claras para todo; una pregunta válida por ejemplo sería por qué esa postura no la tuvieron con el Gobierno del Estado que encabezó Enrique Martínez y por qué eso mismo se ha ido diluyendo con la Administración del profesor Moreira.
Cabe añadir que los grandes empresarios, los que generan cantidades de consideración de empleos y mueven la economía local, rara vez encabezan las mismas; una excepción que confirma la regla fue la participación de Roberto Rodríguez en Coparmex, que una vez terminado su encargo, regresó a su labor empresarial, no así la mayoría que utiliza esos escaños como trampolín hacia el sector público, por lo que más parece ahora que le están tomando la medida al nuevo Gobierno municipal, a ver qué caras hace, que una postura verdaderamente de interés público, ojalá que se les dé su justa dimensión a cada actor político, y no triunfen intereses de grupo.
Vale la pena en esta nueva era, intentar hacer consideraciones objetivas acerca del nuevo Gobierno que recién acaba de tomar las riendas de este primer cuatrienio de los ayuntamientos de Coahuila.
Lo primero que se debe mencionar es que el alcalde, José Ángel Pérez, llegó al poder desde que derrotó de manera sorprendente pero clara e indiscutible, al candidato de Jorge Zermeño y Guillermo Anaya, eso le da una legitimidad democrática que nadie puede discutir.
Hubo de enfrentar la elección constitucional, pero el prestigio de Jorge Zermeño –nadie sabe para quién trabaja- lo arrastró fácilmente al triunfo, según palabras públicas del ex candidato del PRI a la Presidencia municipal y hoy secretario de Obras Públicas, Eduardo Olmos, mismas que fueron recientemente secundadas por el contendiente al interior de su partido Jesús de León.
De cualquier modo, es innegable que Pérez goza de una reputación pública de persona decente, de principios, lo que augura por lo menos que la intención del edil es verdaderamente la de servicio. Eso es una buena noticia para Torreón y sobre todo, para los contribuyentes que mantenemos todos los gobiernos. También hay en el ambiente la sensación que en términos generales se ha conformado un equipo aceptable para liderar el Municipio, lo que genera un reservado optimismo.
Es importante ahora dejar atrás el pleito interno y mezquino de los políticos por el bien de los ciudadanos, echar a un lado los enconos personales entre ellos y voltear hacia delante, allá ellos y sus luchas –hablo de los grupos panistas específicamente- pero la ciudadanía debe exigir resultados. Tomar lo bueno de la Administración pasada, que ciertamente tuvo aciertos palpables, y desechar lo malo, por ejemplo los abusos en los bonos que año con año Guillermo Anaya otorgó discrecionalmente sobre un dinero que no era de él, puede ser un buen camino.
Un nuevo sol ocupa la silla de Torreón, y para bien o para mal, él es nuestro presidente, vale la pena apostar que sabrá trasladar su éxito personal empresarial a una buena Administración pública que favorezca a los habitantes de esta ciudad. eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx