Nuevamente Coahuila vuelve a llamar la atención a nivel nacional. El motivo: la desaparición del reportero Rafael Ortiz Martínez, del periódico Zócalo de Monclova, a quien se le vio por última vez el viernes por la tarde cuando salió de su departamento y abordó su automóvil.
En el presente año el estado ha atraído los reflectores nacionales en varias ocasiones, por desdicha los motivos no han sido por éxitos o grandes logros, sino por desgracias o hechos espectaculares relacionados con la delincuencia.
En febrero la tragedia de Pasta de Conchos donde perdieran la vida 65 mineros, provocó que las grandes televisoras y los medios de comunicación de todo el país estuvieran al pendiente en las labores de rescate. El accidente derivó en el conflicto minero que todos conocemos.
La detención del narcotraficante Óscar Arreola, ocurrida el tres de febrero en su casa del Campestre la Rosita volvió a poner a Coahuila en el candelero, días antes un tiroteo en Saltillo entre una banda de secuestradores fue noticia destacada. Ahora la desaparición de un reportero ocupa las páginas de los periódicos.
Rafael Ortiz del Toro, padre del periodista desaparecido en Monclova, presentó la noche del lunes una denuncia ante el Ministerio Público en Coahuila para formalizar la solicitud de que se busque a Rafael Ortiz. La Procuraduría estatal mantiene contacto con familiares y compañeros del reportero del Zócalo, quien había denunciado redes de prostitución clandestina.
En junio, Rafael Ortiz recibió dos premios por haber destacado en igual número de ocasiones durante el certamen anual de periodismo que organizó el Gobierno Estatal. Ortiz Martínez recibió los reconocimientos por su cobertura los días posteriores a la tragedia ocurrida en la mina Pasta de Conchos.
Al parecer los trabajos periodísticos de Ortiz Martínez lo llevaron a ser víctima de amenazas de muerte por integrantes de bandas dedicadas a la comercialización de drogas en la región Centro del estado.
La investigación de las autoridades apenas comienza. Jesús Torres Charles, procurador general de Justicia en Coahuila, informó que la última persona que vio a Rafael Ortiz Martínez fue el velador del edificio donde vivía.
Las agresiones contra periodistas han aumentado considerablemente en el sexenio de Vicente Fox, lo cual resulta preocupante.
De acuerdo a un informe del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez en el sexenio del ex presidente Carlos Salinas de Gortari se presentaron 88 quejas; en el Gobierno de Ernesto Zedillo se registraron 157, mientras en lo que va de la Administración foxista se reportan 169 quejas.
Esta realidad que los periodistas en Coahuila veían muy lejana ya no lo es, de ahí la urgencia que el Gobierno de Humberto Moreira aplique acciones para salvaguardar la seguridad de los reporteros.
Entre los asesinatos de periodistas que hasta la fecha continúan sin esclarecerse, se encuentra el del director del semanario Zeta, Héctor Félix Miranda, asesinado en abril de 1988, en Tijuana, Baja California (caso que mereció al Gobierno mexicano, una recomendación por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1999). Otro ejemplo es el del director del periódico La Prensa, Benjamín Flores, asesinado en julio de 1997, en San Luis Río Colorado, Sonora, en el cual los presuntos autores materiales e intelectuales han sido dejados en libertad o se encuentran prófugos y cuatro presuntos involucrados no han sido sentenciados.
Estos intentos por callar la voz de los reporteros, no es sólo una agresión a los comunicadores sino a la sociedad en su conjunto, ya que se viola su derecho de estar informada. El papel de los comunicadores es cada vez más importante, ya que son ellos los encargados de difundir casos de corrupción u omisiones estatales o federales.
El mismo informe indica que de 1970 a 2000, al menos 121 reporteros fueron asesinados, 46 de los cuales perecieron durante el sexenio salinista.
El dos de abril de 2005 desapareció el reportero Alfredo Jiménez Mota de El Imparcial, meses después el periódico El Mañana de Nuevo Laredo, sufrió un atentado. La violencia ha puesto en riesgo el periodismo en México, por lo que es necesario que las autoridades trabajen para esclarecer los atentados, así como brindar protección a los medios de comunicación y a los periodistas.
Hasta el momento las condenas de Vicente Fox a estos hechos violentos han sido insuficientes, en todas partes del país se siguen registrando acciones que tienen como objetivo callar la voz de periodistas comprometidos con la sociedad. Por desgracia a punto de terminar el sexenio las cuentas en materia de libertad de expresión no resultan muy satisfactorias.
Corresponde a la sociedad, los periodistas y los medios de comunicación, exigir justicia y decir no al olvido.
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