Ayer debió resolver el Senado si declara o no se han evaporado los poderes, Ejecutivo, Legislativo y Judicial en el estado de Oaxaca. Es una de las facultades exclusivas de ese cuerpo colegiado. Son tres interesantes cuestiones las que ordena este precepto. Hay que aclarar que no deja que los legisladores decreten la desaparición sino solamente que formalice si ha operado esa desaparición. La desaparición parece sugerir que los edificios públicos se encuentren vacíos. No necesariamente es así, la cosa reside en el mando que se ejerce o no se ejerce. Deben esfumarse todos los poderes, con uno solo que esté trabajando será suficiente para que el Senado se vea impedido de hacer el referido pronunciamiento.
Si la Cámara Alta encuentra que ya no hay poderes, procede declararlo para a continuación nombrar un gobernador provisional, cuyo nombramiento requiere que el presidente de la República proponga una terna, siempre que la Ley suprema de la entidad no prevea el caso, lo que si ocurre en la legislación local de aquella entidad, determinando que si ocurre sea un senador el que ocupe el cargo.
Es sumamente difícil probar en los hechos que toda la maquinaria gubernamental ha desaparecido. Mucho menos cuando las personas que físicamente encarnan los cargos de gobernador, de diputados locales y de magistrados del Tribunal de Justicia, se ven asediados por una turbamulta, que tiene con un Jesús en la boca a la ciudad de Oaxaca, que no permite que se desahoguen los asuntos gubernamentales amenazando en cada momento con agudizar la violencia, bloqueando con barricadas el libre tránsito en varias rúas céntricas, creando temor y ansiedad en los medios sociales. Al gobernador Ulises Ruiz se le puede encontrar, en estos días, debajo de su cama, asomándose temeroso sin atreverse a abandonar el escondite. En momentos entra en un estado letárgico dominado por un sueño que le cierra los párpados, es cuando se agita en una evidente pesadilla. Se ve en palacio sentado en el despacho. En la credencia una estatuilla en bronce del benemérito vestido de frac parece mirarlo reprochándole su ausencia de sensibilidad para darle tratamiento a los asuntos indígenas y su olvido de los problemas que aquejan a sus comunidades.
De pronto, en tropel irrumpe un grupo de maestros revoltosos que lo toma de los brazos llevándolo debajo de una gruesa rama, de un árbol de tule, donde le colocan una soga que le raspa el cuello. El ruido metálico de disparos de armas de fuego, lo vuelven a la realidad.
En la Ciudad de México, los senadores rodeada su sede por elementos de la APPO que han acampado en las afueras, deciden que no ha lugar a declarar la desaparición.
Allá en Oaxaca los maestros malaconsejados, maleducados y creyendo que si desocupan por la fuerza a los burócratas de sus oficinas tendrá la consecuencia de que se paralice la actividad de la administración, velis nolis procederá declarar la desaparición de poderes.
No se dan cuenta que el espíritu que guió al constituyente para establecer la desaparición fue, en efecto, que los poderes estatales no atendieran sus funciones por diversas causas atribuibles a las propias autoridades, pero no que se diera una paralización proveniente de fuerza mayor. Lo que procede, en un caso así, es que se restituya en el mando a los que han sido despojados con violencia por grupos que interrumpen la vida jurídica de la entidad. Son dos cosas diferentes.
Aunque en la práctica las consecuencias sean las mismas. Un terremoto, una inundación, pueden producir un caos pero no da lugar a que los legisladores incurran en el error de difuminar poderes. Resolver que para darles gusto a los amotinados se vayan a su casa los poderes locales es una decisión perniciosa, que lo único que haría sería sentar un peligroso precedente del que muy pronto se arrepentirían.
El asunto se está empantanando. Ni para atrás ni para adelante. Las clases no se reanudan después de más de tres meses de haber comenzado el paro de labores magisteriales. ¿Cómo salir de este embrollo? El Gobierno Federal por conducto de su vocero acaba de expresar que el problema será resuelto antes del primero de diciembre. Se ha recrudecido el movimiento con el asesinato de un profesor que recibió dos tiros. Lo que no es sorpresa si pensamos que muchos grupos se mueven en las sombras tratando que haya un enfrentamiento.
No es de creerse, pero la pretensión es provocar una masacre. Que corran ríos de sangre para satisfacer los instintos de los inconformes que buscan las aguas lodosas. Lo peor es que no se ve claridad en el túnel, por lo que cabe pensar aun, está lejos un arreglo. Tanto caminar para volver al tiempo en que los humanos no podían dirimir sus diferencias sin llegar a los golpes. La ley del garrote asomará su feo rostro.