Ovacionan al Ballet de Amalia Hernández en el Teatro Nazas.
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- De Norte a Sur y de Este a Oeste, el folclor y diversidad de la cultura mexicana no tiene límites... Y tampoco los tiene el Ballet de Amalia Hernández, que lo mismo monta una charreada que hace un carnaval veracruzano, o evoca las raíces prehispánicas con danzas rituales, pasando por las rondas infantiles y hasta llegar al mariachi con el Jarabe Tapatío.
El público lagunero colmó a su máxima capacidad el Teatro Nazas y reconoció de pie y con una gran ovación -que se prolongó por más de dos minutos-, el talento de los bailarines que se presentaron la noche del sábado pasado.
No podía ser para menos. Desde las regiones del centro, los Matlachines llegaron portando sus nahuillas y haciendo sonar con fuerza el guaje. De Guerrero, el zapateado de tierra caliente trajo el sabor bravo de su gente. De Veracruz, las más vistosas fiestas de Tlacotalpan mostraron las costumbres de la costa: la pesca, el son jarocho, la bamba y mucho más, en medio de gigantes payasos, negritos y otros seres extraños.
Pero también se hizo presente la tradición huasteca de la boda, el ritual para cazar al venado de la tribu yaqui, la danza para perseguir al quetzal; y hasta una plaza con rondas infantiles, una feria con La Lotería y La Cucaracha, y un baile con novio, novia, amante y ?jicotillo?.
En el colorido festín no podían faltar las polcas revolucionarias, una verdadera charreada y el famoso Jarabe Tapatío, que dan muestra de la riqueza cultural del país y que Amalia Hernández quiso rescatar y difundir alrededor del mundo con sus coreografías.
Y como una de las principales características del pueblo mexicano es su capacidad de burlarse de la muerte, ésta se manifestó como protagonista en más de dos cuadros, en los que se ganó la simpatía de la audiencia y hasta fue capaz de ?asustar? al diablito, otro de los personajes cómicos que hicieron su aparición en escena.
No hubo errores, ni imprecisiones. Los bailarines se jactaron de su buena condición física, de su destreza y de su agilidad. Nunca faltó la sonrisa, ¿por qué habría de hacerlo?, pues a final de cuentas el baile es una fiesta.
Mención aparte merecen los músicos, que tocaron y cantaron en vivo acompañando las piezas, como en el Son Veracruzano y el Jarabe Tapatío, muy aplaudidos también por los asistentes.
Los cuadros con las coreografías en su más pura expresión, la música en vivo, los trajes vistosos y el juego de luces, enmarcados en lienzos que cambiaban según el lugar de origen, fueron la combinación perfecta que cautivó al público, así como lo ha hecho este ballet en otros escenarios de México y el mundo.
En su mayoría, el programa fue el mismo que trajo la compañía en 2004, cuando se presentó como parte de la temporada inaugural del Teatro Nazas. Pero eso no importó, la gente salió satisfecha con la presentación que en esta ocasión hizo posible el Instituto Coahuilense de Cultura (Icocult) Laguna. Después de todo acababan de hacer un viaje a través del folclor mexicano.
Los cuadros
LOS MATLACHINES: Una mezcla de ritual prehispánico con danza cristiana, que se baile en la región norte del centro de México en festividades religiosas. Los bailarines usaron la tradicional nahuilla bordada con carrizos, el guaje y un vistoso sombrero de plumas.
GUERRERO-GUERRERO: El Solo de Mariquita, Las Amarillas y El Gusto fueron las piezas de este cuadro, en el que se dejó notar la ?bravura? del pueblo guerrerense.
LA REVOLUCIÓN: No podían faltar las soldaderas, tampoco las mujeres de la aristocracia mexicana y mucho menos las Adelitas de la Revolución Mexicana, encabezadas por ?Juana Gallo?.
CHARREADA: En el arte de la reata se lució el solista de este cuadro, quien no perdió oportunidad para conquistar a su ?tapatía? y darle tremendo beso.
FIESTA DE TLACOTALPAN: Uno de los más vistosos cuadros, no sólo por la variedad de bailes que empiezan con la celebración de la Candelaria, sino también por los bellos vestidos de las mujeres y los muñecos gigantes que alegran la fiesta del Carnaval de Veracruz.
DANZA DE LOS QUETZALES: Las raíces prehispánicas no faltaron en este recorrido folclórico, con una danza inspirada en el mitológico quetzal, originaria de Puebla, en la que los bailarines portaron bellas coronas emplumadas.
BODA EN LA HUASTECA: Una celebración de boda se ve interrumpida por un rival de amores del novio, que termina en la muerte del segundo, pero luego la fiesta debe continuar y todos siguen bailando como si nada hubiera pasado.
LA VIDA ES UN JUEGO: El Diablo y la Calaca son los protagonistas de este cuadro, en el que se evocan las rondas infantiles de La Víbora de la Mar, Doña Blanca y La Cucaracha, para continuar el jugo con La Malagueña, El Torito y terminar en una pelea de gallos.
DANZA DEL VENADO: Ágil, pero temeroso, el venado se esconde del arco y la flecha de los yaquis, en lo que se convierte en un verdadero ritual del que salen triunfantes la única tribu en México que se ha mantenido libre de todo mestizaje y compromiso con las culturas modernas.
JALISCO: Y los mariachis llegaron para cerrar la fiesta con broche de oro, en medio de La Negrita, el Jarabe Tapatío y las fanfarrias, mientras caían serpentinas de colores por todo el escenario.
El aval
Amalia Hernández, fundadora en 1952 del Ballet Folclórico de México, bailarina y coreógrafa, comenzó desde muy joven una búsqueda permanente por rescatar las tradiciones dancísticas de México.
-Esta búsqueda se convirtió en una necesidad vital por proyectar a México y a todo el mundo la belleza del universo en movimiento, desde las culturas precolombinas, las influencias españolas de la época del Virreinato y la fuerza popular de los tiempos revolucionarios.
-Amalia se inspiró en los señores del cielo y de la tierra, los jaguares, los dioses nacidos de seres humanos, 30 culturas distintas que florecieron tiempo atrás dejando huella en el color, en el ritmo, en la danza y en la música.
-El éxito internacional que se obtuvo en las primeras giras y que se ha repetido a lo largo de los 50 años de incansable labor dancística, se mantiene vigente, dejando en cada ciudad del mundo lo que México es a través de su folclore.
-Desde entonces, Amalia y su compañía han realizado las coreografías para 40 ballets formados por 76 bailarines regionales. En todos ellos, la música, el rigor técnico, los elaborados trajes típicos y las coreografías originales evidencian su singular carácter.
-En reconocimiento a tan vasta obra artística, Amalia y su ballet han recibido más de 200 preseas.
-Por eso, desde hace varios años el Ballet de Amalia Hernández se presenta en la sala principal del Palacio de Bellas Artes, los miércoles y los domingos de cada semana.
FUENTE: Icocult Laguna