El dictamen del Instituto de Ingeniería de la Universidad Autónoma de Nuevo León es contundente: el Distribuidor Vial Revolución es una obra de alto riesgo. De acuerdo al estudio realizado por la UANL, de la cual tiene copia El Siglo de Torreón, existen dos alternativas para solucionar las rotaciones y deformaciones que presentan los viaductos.
La primera se titula Rehabilitación de Puentes y en ella se plantea la necesidad de reemplazar los apoyos de neopreno que se encuentran dañados, “agregar tensores en columnas que se ubican en los tramos curvos; reparar las grietas longitudinales de los viaductos y agregar diafragmas intermedios en los mismos”. Sin embargo, los especialistas de la Universidad advierten que en caso de aplicar esta medida, el monitoreo al Distribuidor Vial Revolución debe ser constante, es decir, no habría una solución de fondo al problema.
La segunda alternativa que propone la UANL es la Demolición y Reconstrucción de los Viaductos: “Esta alternativa contempla el demoler la superestructura de los puentes, reforzado de las columnas actuales y el mantener la cimentación actual de los puentes. El viaducto nuevo contemplaría una sección adecuada en su concepto para minimizar las problemáticas que se presentaron en estas estructuras”, se lee en el informe. Es ésta la alternativa que con mayor énfasis recomienda realizar la Universidad, tras la demolición finalmente del puente sería una obra segura.
El Distribuidor Vial Revolución fue inaugurado el 30 de enero de 2004, la que fuera considerada la obra magna del sexenio de Enrique Martínez rápidamente presentó problemas, cuando un tráiler cayó del puente perdiendo la vida su conductor en el mes de mayo.
Pronto a nivel nacional, en programas de radio dirigidos a los transportistas, se recomendaba a los traileros no circular por el Distribuidor Vial Revolución.
Fue el 26 de julio de 2004 cuando El Siglo de Torreón publicó el primer reportaje de Yolanda Ríos, donde se denunciaban las fallas de construcción que existían en el DVR. A partir de ese día la polémica se desató y el ex secretario de Obras Públicas, Jorge Viesca, denunció una campaña mediática en su contra. Algunas personas del sector empresarial, como Robert Stefanic, en ese entonces presidente de Canacintra y Alfonso Soto Corral, ex presidente de la Cámara de la Construcción, defendieron el puente a capa y espada alegando que era una obra de primer mundo.
En medio de la guerra de declaraciones y un dictamen realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México que a nadie convenció, la percepción entre la población era que el DVR era una obra insegura y peligrosa.
El jueves primero de septiembre de 2005, El Siglo de Torreón nuevamente presentó un reportaje titulado: Estudio confirma fallas estructurales en DVR, donde se presentaban las conclusiones a las que llegó el Instituto Mexicano del Cemento y Concreto a partir de un análisis que realizó a petición de la Administración de Guillermo Anaya. Nuevamente el dictamen era contundente, sin embargo la cerrazón y quizá la soberbia, provocaron que la Secretaría de Obras Públicas del Estado negara las fallas, e invirtiera una gran cantidad de dinero en campañas publicitarias para convencer a la población de que el DVR era una obra segura.
A inicios de su Administración, el gobernador Humberto Moreira declaró que era necesario aplicar al DVR una “cirugía mayor”, para lo que se contrató a la UANL para que emitieran un nuevo dictamen, el cual hoy se dará a conocer oficialmente.
En este primer lapso, el gobernador ha cumplido con su promesa de investigar a fondo la situación del DVR. Hoy que el dictamen es contundente, Humberto Moreira muestra valentía para presentar un informe donde deja muy mal parado al ex gobernador, Enrique Martínez, para muchos su mentor. Sin embargo, las cosas no deben quedar aquí. La maquinaria ya fue echada a andar y nadie la detiene, es necesario deslindar responsabilidades, cobrar las fianzas correspondientes y que los culpables de omisión o negligencia rindan cuentas a la sociedad.
Torreón merece obras de calidad, Moreira tiene la oportunidad histórica de reafirmar su compromiso con los laguneros y demostrar que el centralismo es cosa del pasado. Por lo anterior, al gobernador no le debe temblar la mano para llegar hasta las últimas consecuencias donde las omisiones sean castigadas, pero sobre todo se entregue a los laguneros una obra segura.
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