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Una mujer entregada a su oficio

ROCÍO RODRÍGUEZ

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN COAH.- El trabajo periodístico sobre la vida social de la región permite reflejar el estado anímico de la sociedad en un momento dado. Cuando la comunidad se encuentra en paz, celebra y festeja los sucesos familiares, institucionales y culturales mostrando así la tranquilidad de su entorno.

Un testigo excepcional de los acontecimientos sociales que imprimieron historia en la Comarca Lagunera es doña Beatriz Ruiz de González Juambelz, reportera de la sección Nosotros de El Siglo de Torreón, quien el miércoles pasado fue condecorada por el Gobierno del Estado con la presea Benjamín Cabrera, que se otorga a las personas que tienen 50 años o más de servicio laboral activo.

La señora González -como la conocen muchas personas- lleva 70 años trabajando en esta compañía editora, su primer y único trabajo y en el que se ha desempeñado siempre con una sonrisa y trato amable en la sección de Sociales.

Su ingreso al periódico fue a la edad de 17 años en 1936 y se dio debido a que la encargada de Sociales de ese entonces se casó de repente, entonces una amiga de la señora que trabajaba ahí como secretaria la buscó para decirle que había una vacante, ella le dijo que no sabía nada del medio, pero finalmente la convenció, sin pensar que más tarde ese trabajo le traería infinidad de satisfacciones.

Así empezó a trabajar para El Siglo cuando éste se ubicaba en la calle Múzquiz; era la única mujer en la redacción y le tocó tener como compañeros a Guillermo Galván, el Prieto Acosta, Antonio López, señor De la Parra, entre otros caballeros; en 1940 se afilió al SITAG (Sindicato de Trabajadores de las Artes Gráficas), al cual pertenece a la fecha.

En ese entonces los sociales eran pocos, recuerda la pionera del rubro de la comunicación de esta sección: ?Antes las fotos de novios costaban 25 pesos y se acostumbraba dentro de las reseñas publicar la mesa de regalos, detallando los obsequios que se daban los contrayentes y otros tantos más que les ofrecían cada uno de los invitados?.

Como toda reportera, estaba en busca de los acontecimientos más importantes, aún así hasta cuando contrajo nupcias y tuvo a su hija Martha; a los pocos años enviudó y siguió laborando. Pasó el tiempo y conoció en el trabajo a Jorge González Juambelz, quien fuera subgerente de El Siglo hasta su muerte en el año de 1974; se casó con él y procreó cuatro hijos: Jorge Antonio, Javier, Fernando y Carlos.

Para doña Bety el haber compartido su vida con un periodista vertical, profundo admirador de su tío don Antonio de Juambelz y enamorado de su ?Siglo?, fue construir una vida hogareña y profesional cien por ciento acorde a las expectativas de los dos, por lo que pudieron crear un hogar fincado en el amor y en la admiración por el trabajo.

PERIODISTA Y MAMÁ

El sello de su cortesía para atender los asuntos sociales originó que los laguneros la identificaran rápidamente, por lo que doña Beatriz a pesar de ser toda una ama de casa continuó desempeñando su trabajo entonces desde su casa (cosa que hace hasta la fecha), por lo que llegó a ocupar por muchos años el cargo de responsable del área de Sociales.

Gran cantidad de tópicos de la vida cultural y social, que recababa desde el teléfono de su hogar, llenaron por décadas y décadas las cuartillas de papel que mandaba y continúa escribiendo la reportera más antigua de este periódico, originaria del estado de Durango.

Ha cubierto un sinfín de hechos que dejaron huella, tal y como la boda de una joven de apellido Ortiz Sada, la cual llamó la atención porque la novia llevó como madrinas a todas sus hermanas.

De forma rápida, los sociales fueron creciendo y las anécdotas también, comenta la señora González: ?Un día mandé mis reseñas al periódico, entonces me llamó Jorge mi esposo para decirme que le explicara qué significaba la nota ?De México llegó una de leche y dos de atole?, fue porque en ese momento hablé con el médico de mis niños y me pasó una receta pero como no tenía dónde apuntar, hice la anotación en esa cuartilla donde había escrito una reseña ya empezada?.

Y es que aparte de mostrarse como buena escritora, jamás dejó de ser una excelente mamá que mientras buscaba telefónicamente los sociales, atendía a la vez a sus pequeños hijos que corrían de un lado a otro por toda la casa.

LLEGA LA MODERNIDAD

Más de 33 reseñas de bodas tenía que redactar para publicarse en domingo, llegaban a las 6:00 de la tarde del sábado y la escritura que describía con lujo de detalle continuaba siendo abundante.

La modernidad llegó y con eso la posible sustitución de su eterna máquina de escribir, que por el uso tenía borrados la mayoría de los caracteres de las teclas. Comenta que hace alrededor de ocho años, el periódico le instaló en su casa de Torreón Jardín una computadora, lo cual significó para ella un pavoroso encuentro con la modernidad que a ella la rebasaba, por lo que le solicitó a la empresa que pasara a recogerla para continuar su tarea desde su nueva máquina Remington, que maneja con una asombrosa rapidez, pudiendo así combinar la lectura de su diario de anotaciones, con una animada conversación telefónica.

De carácter alegre, jovial, amistoso y para quienes la conocen, imposible imaginarla enojada, es la personalidad de doña Beatriz, quien le dio un valor agregado a su trabajo cotidiano preocupándose mucho por las causas humanitarias. Asegura que la satisfacción más grande que ha tenido es haber promovido las necesidades de instituciones de beneficencia.

Lo anterior le valió a que clubes y asociaciones de servicio de Torreón la propusieran hace años como merecedora de la presea Paca de Oro, que otorga el Ayuntamiento a la mujer que contribuye humanísticamente a favor de las causas de la región.

En todo este tiempo ha trabajado ininterrumpidamente los 365 días del año, sin duda el trabajo de doña Beatriz ha ido mucho más allá del quehacer en los eventos sociales, en este contexto se refleja la actividad que ha ejercido en El Siglo de Torreón, su primera y única fuente de trabajo que ha tenido y en la que sigue activa.

Sus hijos

?Nacimos y crecimos entre la tinta y el papel cuartilla de El Siglo?, recuerda Fernando M. González Ruiz, hijo de doña Beatriz.

?Nuestros padres compartieron una vida familiar amorosa e intensa y su pasión y cariño por ?su Siglo??, agrega.

Desde pequeños y hasta la fecha, los hijos de la señora González la han visto en su escritorio, frente a la máquina de escribir, su diario de apuntes y el teléfono incesante, tomando notas y escribiendo: ?Siempre escribiendo, sin tregua dominical ni en los días festivos, es la figura que tenemos y conservaremos de nuestra madre, que sin embargo nos dio un hogar feliz e integrado y un ejemplo de trabajo y lealtad en pos de sus objetivos?.

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