Algo va a suceder y ni idea de qué. Nunca como ahora han estado enredadas las cosas de tal manera que los comicios se encuentran actualmente en una fea encrucijada. Las elecciones que disputaron varios candidatos de los que sólo quedaron dos. A pesar de que tuvieron lugar el reciente dos de este mes de julio, el proceso no ha terminado al no resolverse quién de los punteros obtuvo la mayoría. Le tocará al Tribunal Federal Electoral resolver qué sigue o en qué termina. Una peliaguda decisión si consideramos que ambos contrincantes dicen que ganaron en buena lid. Uno, Felipe Calderón con el reconocimiento de un IFE con fallos poco creíbles, afirmando que no hay necesidad de abrir paquetes electorales y el otro, Andrés Manuel López Obrador, diciendo que si se cuenta voto por voto, abriendo los paquetes electorales, tendrá que saberse, a querer o no, quien es el verdadero ganador. Los partidarios de Felipe dicen que ya en las casillas se contaron, el día de los comicios, asentándose el resultado en las actas de escrutinio, pero los seguidores de AMLO apuestan a que no, que hubo mapaches que instrumentaron un cambio en los cómputos reales. La realidad es que se ha abierto una enorme oquedad entre ambas posturas que dan, hasta ahora, la viva impresión de irreconciliables.
Lo más recomendable sería que, si no hay nada qué esconder, se estableciera un procedimiento de apertura que le diera certeza, imparcialidad y objetividad al proceso electoral en cuestión. Aun con el riesgo de ser tachado de parcial diré que lo apropiado sería que de alguna manera se buscara transparentar el resultado de la elección. No es conveniente que se inicie el trabajo de un Gobierno cuya legitimidad está tratando de conseguirse a base de apoyos de agrupaciones locales y personajes internacionales que nada tuvieron que ver en el conteo de los votos, así como con la realización de actos que hagan creer a la ciudadanía que ya se agotaron todas las etapas, por lo que ya nada queda por hacer. Eso es una falacia y constituiría una trapacería si no fuera por que estamos hablando de decisiones políticas. Ha venido haciéndose un montaje de hechos que llegan a la opinión pública pretendiendo que el pueblo ignora lo que hay entre bastidores.
Lo primordial es que, en este proceso, no se logró dar confianza a los electores de que sus votos están siendo respetados, lo que es grave para la tranquilidad del país. Así, las encuesta de salida, los sistemas de conteo rápido y el Programa de Resultados Electorales Preliminares, PREP, se atoraron con la pueril excusa de que no había claridad en los números en una carrera en que los dos punteros avanzaban nariz con nariz, sin poder precisar, arguyó el IFE, quién estaba a la cabeza. La cosa es clara se ocultaron datos que confundieron a los ciudadanos, a los partidos políticos en la contienda y a sus candidatos, bueno no a todos. La demora en proporcionar las cifras puso un timbre de incertidumbre que en nada ayudó a crear un ambiente de credibilidad.
Llamó la atención de los lectores que una de las seis preguntas, que supuestamente se hizo, vía telefónica, a 605 adultos el 13 del mes y año en curso, en encuesta nacional, consistió en lo siguiente: “Si hubiera una segunda elección presidencial entre Calderón y AMLO, ¿por cuál de los dos votaría? ¿Por qué incluir algo que no aparece reglamentado en la Ley Electoral? ¿Será acaso una posibilidad que el Tribunal Electoral puede tomar en cuenta para deshacer el nudo gordiano que se ha enredado más allá de lo conveniente? Creo que si. Sería una medida salomónica que traería tranquilidad a los magistrados, que ahora se encuentran entre la espada y la pared, jadeando por su mala suerte, con la garganta reseca, padeciendo de insomnio, cambiando una vida placentera detrás de sus escritorios por una virulenta taquicardia, y un piquete ulceroso que no los deja ni pensar, presionados por un Gobierno que no ha sabido o querido mantenerse al margen y un mesiánico candidato que no quiere dar su brazo a torcer, detrás del cual se mueven la mitad de los votos emitidos. La certidumbre es un principio fundamental para autenticar a cualquier gobernante. Denle la razón a uno u otro, contando votos o no y veremos cómo, de cualquier manera, se arma la tremolina, debido al hervor al que está llegando el caldero político. Una segunda vuelta, sin campañas electorales, no sería descabellada. El Trife tiene la palabra.¿O habrá otra salida?