Exponen en El Museo de la Cerveza los beneficios de la bebida; el secreto de una buena cerveza radica en no variar su temperatura, afirman.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, D.F.- Por mucho, la cerveza es la bebida con contenido alcohólico de consumo más popular en México. Su producción anual se mide por millones de hectolitros; con ella se acompañan alimentos, se apaga la sed en un día caluroso o sirve de pretexto para convivir con familiares, amigos y hasta desconocidos.
Hay marcas emblemáticas, motivo de orgullo regional, del norte y occidente del país así como de la península yucateca. Pese a ello, el grueso de sus legiones de consumidores no valora sus bondades y carece de información sobre la mejor manera de consumirla y disfrutarla.
Este es uno de los propósitos de Jorge Díaz, un regiomontano avecindado en la ciudad de México, quien desde hace unos meses opera, en la céntrica calle de Bolívar casi esquina con 5 de Mayo, el Club Modelo, mejor conocido como El Museo de la Cerveza, donde además de esta refrescante bebida, ofrece a sus comensales información sobre ella, lo que permite su mayor disfrute.
Sobre el arte de tomar cerveza (y algunas precauciones) Es bien sabido que si una cerveza se enfría y luego se deja otra vez a temperatura ambiente sin consumirse, termina por "quemarse", arruinándose sus propiedades y sabor. "O como decimos en el norte, la 'azorrillas'", comenta el entrevistado.
A temperatura ambiente y en un lugar oscuro, puede conservarse en óptimas condiciones hasta por ocho meses y refrigerada, hasta un año, la clave radica en no variar su temperatura, "mucha gente cree que subiendo la temperatura al refrigerador ahorrará luz, lo cual es falso pues el consumo de electricidad es el mismo, lo peor es que echará a perder lo que trata de conservar".
Ahora bien, la mejor forma para dejar "bien muerta" una cerveza, es en hielera, no sólo por que así se enfría más rápido -en unos 30 minutos, a diferencia de la hora y media que llega a tardar en un refrigerador- sino porque la sensación de frescura del líquido es bastante más marcada. Por lo mismo, el tamaño más adecuado para disfrutarla mejor es en un envase mediano o chico, ya que en los más grandes se "calentará" antes de terminar de consumirlo.
Otro aspecto poco conocido, es que debe tomarse en tarro o vaso, y no a pico de botella, pues el gas carbónico que contiene se libera al contacto con el aire, generándose el último paso del proceso de fermentación, el cual se aprecia en la espuma que genera.
"Si no lo hacemos", advierte, "el gas carbónico se liberará dentro del estómago, combinándose con nuestros jugos gástricos para convertirse en ácido, lo que a la larga termina por afectarnos".
Jorge Díaz señala también que es el líquido el que debe enfriarse y no el envase donde se tomará, ya que el contacto de boca y lengua con un tarro helado las adormecerá, impidiéndonos degustar adecuadamente la bebida. En todo caso, el líquido una vez frío transmitirá su temperatura al envase a la hora de servirlo, al grado de hacerlo "sudar".
Sola, la mejor manera de degustarla "Yo como norteño, no entiendo cómo aquí pueden ponerle piña a la carne", comenta divertido el entrevistado, refiriéndose a los tradicionales tacos al pastor; este azoro igual se extiende a la cerveza y a los condimentos con que muchos la acompañan, como limón, sal o salsas, picantes y de tipo inglés.
"Agregarle cualquier otro ingrediente altera su equilibrio y echa por la borda todo el arte de su elaboración", sentencia. Sin embargo, estas variedades de consumo son tan populares que incluso él mismo las ofrece en su establecimiento; estima que la mitad de sus comensales así la toman.
Las bondades de un 'pan líquido' En materia alimenticia, la cerveza comparte con las pastas no sólo ingredientes similares, sino la misma errónea creencia de que engorda; de igual manera que las pastas, en realidad lo que nos hace subir de peso son las cosas con que la acompañamos al momento de consumirla.
Los alimentos recomendables para "maridarla" de acuerdo con el responsable de El Museo de la Cerveza son "algo que vaya con los granos, para que no desentone" -en alusión a la materia prima con que se elabora esta bebida- como las tapas tipo español, elaboradas con pan, aceite de olivo y jitomate; también ofrece en su establecimiento chapatas de jamón, aguacate, jitomate y espinaca.
No duda en calificar a la cerveza como "pan líquido", lo que la convierte en el acompañante idóneo de un alimento emblemático de su tierra natal, la carne asada, combinación para él equivalente a consumir una "supertorta".
El amargo sabor lupulado de la bebida genera una reacción similar al picante, explica, que despierta las papilas gustativas. En materia de gustos regionales, él y sus paisanos están convencidos que agregar cualquier otro elemento, como limón, salsas o tortillas es arruinar el sabor tanto de cerveza como de la carne.
El encargado de El Museo de la Cerveza remata la charla con una reflexión en torno al enorme significado de esta bebida para los habitantes del norte del país: "La cerveza nos representa un orgullo regional, entre otras cosas por el esfuerzo en conjunto que implicó la generación de bosques en la región desértica en la que vivimos, que a su vez generan el agua necesaria para poder fabricarla".