Enternecedora es la historia de Arturo Montiel ex gobernador del Estado de México que desde los trece años ya era empresario y que su fortuna lo hizo en diversos y limpios negocios, inclusive sus hijos heredaron el trabajar duro y la honestidad de él, sólo le faltó decir a esta rata que comenzó vendiendo chicles y dulces en camiones y cuando no tenía para adquirir la mercancía pues cantaba, ayudado con el ritmo con una lata de referesco con piedritas usada como maraca, ya un poco más grande Montiel luchaba enmascarado los miércoles y viernes, los sábados y domingos sin máscara, de mañana vendía periódicos y cuando le sobraba tiempo pues rentaba un diablito en el mercado para trabajar de burrero y los domingos muy temprano atendía un puesto de Menudo.
Tal vez la historia más conmovedora puede ser la de la profesora rural más rica del planeta Elba Esther Gordillo, su vida sólo comparada con la odisea que pasó María Félix representando a una maestra rural en la película Río Escondido, bajo la dirección de Emilio “El Indio” Fernández y con el reparto de Carlos López Moctezuma y Víctor Manuel Mendoza, nos podemos imaginar a la profesora Gordillo dando clases en la sierra de Chihuahua o en un ejido de Zacatecas, caminando kilómetros para llegar a su centro de trabajo, en vacaciones estudiar cursos y tener doble plaza, por la noche impartir la cátedra de ética en una preparatoria para trabajadores y entrar después de varios años a la carrera magisterial en la primera etapa, los sábados vender joyas o ropa en abonos y los domingos poner un puesto de ropa usada (fayuca), en un tianguis, de esa manera la profesora Gordillo formó su fortuna.
Cuántos pillos de siete suelas más tendremos que aguantar los mexicanos, simples saqueadores de municipios, de estados y de la misma Presidencia de la República que roban recursos destinados a los servicios de educación, del agro de salud, etcétera.
A muchos mexicanos tal vez no les duela o por el uso y costumbre ni siquiera sientan el robo constante y permanente de la casta divina, sin embargo, lo que más duele y cala a los ciudadanos es el cinismo, la falacia y el atrevimiento de esos personajes de hacer declaraciones que sobrepasa y va más allá de una bufonada para la sociedad.
Por más de setenta años nunca nadie del PRI en ese entonces pisó la cárcel por robo, ni siquiera por el asesinato de cientos de jóvenes en el 68 o en el día Jueves de Corpus del 71. Inclusive alguien por ahí le cambió de nombre al hurto y le llamaron peculado, delito que consiste en el hurto de caudales del erario público.
Sin embargo, cuántos políticos amparados en sus mismas leyes y cobijados por su partido se han enriquecido en un México aún con la mentada transición demagógica, donde la espada salomónica de la justicia se burocratizó y el dinero con el tráfico de influencias sigue siendo la rasante en la justicia.
Es de dar miedo ver cómo los políticos se apuñalan y arañan por los huesos que más tarde serán usados para enriquecerse y robar a manos llenas, líderes, funcionarios, proveedores y simples bufones entran al carrusel e imperio de la fortuna a sabiendas que no hay Ley, exorcismo ni ensalmo que los detenga.
Mientras en México los ciudadanos no denunciemos las arbitrariedades y usufructos que cometen los funcionarios públicos, nosotros también seremos cómplices silenciosos o pasivos, que sin querer cooperamos para que la casta divina que nos gobierna, siga robando.
Por lo pronto hay que firmar unos volantes que circulan por ahí por Organizaciones No Gubernamentales para que nuestros H. Legisladores cambien el nombre de peculado por el de robo o hurto que se da en municipios, el estado y a nivel nacional, y sean juzgados los funcionarios y ex funcionarios como viles bandidos y si es posible devuelvan la lana y estén donde deben estar: en la cárcel.
Las historias de las ratas célebres pueden ser conmovedoras y hasta arrancar lágrimas: el caso de Raúl Salinas de Gortari, su hermano Carlitos el orgullo de los priistas, Óscar Espinosa Villarreal, Ángel Isidoro “El Divino” Rodríguez, Jorge Lankenau Rocha, Rogelio Montemayor Seguy, Carlos Romero Deschamps, los hijos de Martita Sahagún de apellido Bribiesca, Roberto Madrazo Pintado, José Murat Casab, René Bejerano, “El Jefe Diego” Fernández de Cevallos y los más de cien banqueros del Robaproa.
En Coahuila sólo por mencionar dos del PRI: Felipe Medina Cervantes en el municipio de Matamoros y Jorge Williamson en Monclova y muchas etcéteras de la gran mercería de ratas nacionales e internacionales porque para vergüenza¿..? de nuestras celosas autoridades casi todos estos ladrones son detenidos fuera de México.
Pero según ellos labraron la fortuna haciendo adobes y vendiendo chicles y paletitas o boleando (lustrando calzado) en algún puesto callejero.
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