El Siglo de Torreón
Como cada año, las calles de las ciudades de la región se llenaron de color, sabor y fe para rendir tributo a la que los fieles católicos consideran la madre de todos los mexicanos
Como en todo el país, los fieles católicos laguneros rindieron ayer tributo a la Virgen de Guadalupe, en una serie de festejos que llenaron de colorido y sabor las calles del centro de las ciudades y colonias populares.
A paso lento se avanzaba por la avenida Juárez de Torreón, entre las calles Múzquiz y Juan Antonio de la Fuente. Creyentes y ambulantes atiborraron las arterias aledañas a la Parroquia de Guadalupe. Todos querían llegar ahí. Todos querían darle las gracias a la Señora de los Cielos por los favores recibidos, por devolverles la fe cuando ya habían perdido toda esperanza.
Para entrar a la iglesia había que hacer fila. Después de algunos minutos, la gente logró entrar para encontrarse con María de Guadalupe, a quien dijeron deberle la salud, el amor, haber encontrado trabajo y por muchas otras bendiciones que recibieron a lo largo del año, por eso a los pies de la Virgen, se encontraban cientos de ramos de rosas y velas encendidas.
Este año, unas cien mil personas acudieron a la Parroquia de Guadalupe para celebrar los 475 años de la aparición de la Señora de los Cielos en el cerro del Tepeyac. Unos 250 grupos de danza fueron seguidos por miles de personas desde el bosque Venustiano Carranza o de la alameda Zaragoza, hasta llegar a la calle Múzquiz.
De acuerdo a cifras del personal de la parroquia, unos mil 300 grupos, entre empresas, escuelas, comercios, ferrocarrileros, choferes, entre otros, peregrinaron hasta la Parroquia de Guadalupe. Ayer era incalculable el número de creyentes que visitaron el templo, el flujo era continuo.
Las reliquias no podían faltar este 12 de diciembre. En diferentes colonias de la ciudad se observó el cierre de calles para que los grupos de danza pudieran honrar a la Virgen de Guadalupe mientras las señoras preparaban la reliquia para repartirla entre los devotos.
?CONSERVO LA VIDA GRACIAS A LA FE?
En Gómez Palacio, miles de personas acudieron desde temprana hora a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la que durante décadas ha sido la sede de la manifestación de fe más grande de los mexicanos y en particular de los gomezpalatinos.
El interior de la parroquia se cubrió de ramos de flores que en su honor se le ofrecieron, como Francisca Reyes, quien cada año desde hace 30, acude puntual a la iglesia para dar gracias a la Virgen por el milagro recibido.
Según recuerda, un accidente estuvo a punto de arrebatarle la existencia, pero en medio de su grave estado de salud y entre las paredes de un hospital, se encomendó a la Virgen morena y gracias a eso los diagnósticos que le auguraban una corta vida sólo quedaron en el recuerdo.
?Vengo cada año porque conservo la vida gracias a la fe y la devoción que le he tenido siempre?, dijo mientras se introducía a la iglesia para patentizar su agradecimiento.
Al igual que Francisca, miles de personas se aglutinaron en el centro religioso, mientras que en las diferentes calles del centro de la ciudad y las colonias populares, se realizaban las tradicionales danzas y se preparaban las cazuelas con la variedad de sopas de pasta, arroz y el chile rojo para las esperadas reliquias.
Los altares y las danzas llenaron de color las banquetas y las calles, que fueron cerradas al tránsito vehicular aprovechando la disminución considerable de la presencia de vehículos incluso por las principales arterias.
Agentes de Tránsito y Vialidad auxiliaron la circulación en los alrededores de la parroquia, donde además se realizó una carrera ciclista con el fin de aminorar los serios estragos a la circulación que se ocasionaron por este motivo.
?¡ES EL DÍA DE LA REINA DE MÉXICO!?
Rosas y claveles colmaban la cúpula azul donde yacía el altar. De rodillas entraron algunos fieles a la iglesia de Guadalupe en Lerdo, quizá la más modesta de los tres municipios hermanos. Cimentada en una loma y con capacidad para menos de 200 personas, lucía abarrotada.
Frente a la imagen de la Virgen y San Juan Diego, el perfume de las flores y las lágrimas de las mujeres sobresalía. ?Venimos a dar gracias a nuestra Madre?, dice Josefina Reyes, quien asegura que en el año que termina ?La Morenita del Tepeyac? le devolvió la salud que veía perdida. Otros fieles prefirieron raspar sus rodillas hasta llegar al templo.
Durante la semana y aun ayer, los fieles participaron en procesiones donde tuvieron que atravesar el primer cuadro de la ciudad para luego recorrer más de 300 metros en una carretera inclinada por las características del cerro sobre el que reposa la iglesia en la colonia San Isidro.
De camino, en la calle Nicandro Valenzuela, tres fabulosos altares estaban a la vista. Altares que los vecinos se esmeraron en arreglar. Las calles aledañas adornadas con papeles multicolores además de los vendedores de antojitos y fruta estaban por doquier.
Una calle -y otra a menos de 200 metros- estaban bloqueadas por las danzas que los conductores y las propias autoridades respetaban. Tres cuadras adelante alguien hacía zumbar los tambores de varias danzas más cuyos participantes no dejaban de mover sus pies cubiertos con malla y huarache.
Por la tarde se realizó la Carrera Atlética Guadalupana, esta vez fue la número 56 partiendo de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en la esquina de la avenida Sarabia y calle Hidalgo. Su meta fue el llamado cerrito del Tepeyac en la explanada del templo de Nuestra Señora de Guadalupe.
Para algunos lerdenses este 12 de diciembre pudo pasar inadvertido, para otros fue el ?¡día de la Reina de México!?, como gritó un danzante cuya fe se vio reflejada en medio de una verbena popular que disfrutó la mayoría de los creyentes afuera de la iglesia.
?LLEVO DIEZ AÑOS DANZANDO EN SU HONOR?
La pasión guadalupana se vivió en las calles sampetrinas donde las familias colocaron altares alusivos. Tanto niños y adultos participaron en las festividades de la comunidad católica quienes acudieron a la iglesia de San Pedro Apóstol para dar gracias por los favores recibidos.
El 12 de diciembre, fecha en que se conmemora a la Virgen de Guadalupe, cientos de fieles participaron en las peregrinaciones y en la ?misa de gallo?, que tuvo lugar la noche del día anterior. Los sampetrinos se desvelaron para llevarle serenata.
Ayer por la mañana, los fieles acudieron a la capilla y por la tarde comenzaron las peregrinaciones. Con ramos de flores en sus manos y con cuadros con la imagen de la ?Morenita?, la gente entraba y salía de la parroquia ubicada frente a la plaza principal para venerar la imagen de la Madre de Dios. Mientras, las personas que permanecían sentadas en las bancas de la iglesia, entonaban los cánticos tradicionales que relatan su aparición en el cerro del Tepeyac.
Los danzantes parecían bailar mejor que nunca y con sus gritos, evocaron el pasado indígena de los mexicanos. El sonido de las tamboras y las voces que repetían una y otra vez el Rosario, llenaron el ambiente al interior de la iglesia.
En San Pedro, la última peregrinación que sin duda es la más grande, da inicio después de las cuatro de la tarde y el repicar de las campanas, no cesa hasta que entra el último grupo de peregrinos, según una sampetrina de nombre Norma Guerrero.
La señora Sanjuana López Santoyo asistió a la iglesia de San Pedro Apóstol desde la mañana para dar gracias en el día de las Lupitas. ?Yo vengo cada 12 de diciembre a la iglesia a dar gracias por todos los favores recibidos, a pedir perdón, a solicitarle ayuda a nuestra Madre que es tan milagrosa?.
Por la mañana, los altares en honor a Virgen del Tepeyac lucían majestuosos. Mientras, los danzantes descansaban un poco y comían las deliciosas sopas de reliquia preparada para ese día.
Aunque cansado por haber bailado toda la madrugada del 12 de diciembre, un danzante de nombre Antonio, dijo que le agradecía a la Virgen de Guadalupe haberle permitido llegar a este día.
?Llevo diez años danzando en su honor y para mí significa algo grandioso, es que es una experiencia que luego me da fuerza y me llena de una fe que no me abandona los meses siguientes?, comentó. (Por Cristal Barrientos, María Elena Holguín, Diana González y Cecilia Aguilar)
Por Guadalupe Miranda
El Siglo de Torreón
MATAMOROS, COAH.- Las calles se han cerrado. Decenas de danzantes se pueden ver en medio de ellas, ofreciendo su baile a un cuadro de la Virgen de Guadalupe, en su día.
Rosalba Ramírez se pierde entre el resto de los danzantes. Se le ve cansada pero su cuerpo no para de danzar ante la imagen de la Virgen morena.
Unos minutos se detiene para platicar cómo y cuándo nació la idea de danzar en medio de chicos y grandes.
Rosalba relata que fue hace más de siete años que en ella despertó el deseo de danzar, por lo que comenzó a invitar a los pequeños de su barrio y algunos familiares y amigos.
Luego de varios meses logró reunir la danza Santa Cruz, conformada en su mayoría por menores que van desde los cuatro años hasta los doce.
Con un paliacate enredado en la cabeza, la mujer de 30 años de edad explica que el bienestar de su familia y su comunidad así como de contar con trabajo el resto del año, son las principales razones por las que Rosalba, año con año, desde hace más de siete, recorre las calles de la ciudad y de algunos ejidos danzándole a la Virgen de Guadalupe.
?Quien nos invite a danzar lo hacemos con mucho gusto, lo único que les pedimos es comida y agua para todos mis compañeros?, señala la mujer.
El día es largo, comenta, puesto que el recorrido que hacen por el municipio comienza aproximadamente a las cinco de la tarde del día once, mismo que concluye el día 12 alrededor de las diez de la noche.
?Es una responsabilidad muy grande tener pequeños en la danza, pues ellos requieren de muchas atenciones, pero eso no ha sido obstáculo para que nos sigan desde las primeras hasta las últimas horas de nuestro recorrido?, indicó.
Así mismo, Rosalba asegura que el frío, el hambre o el sueño, no han sido impedimento, ni para los adultos y mucho menos para los niños.
?El frío no es ningún impedimento para nosotros?, señala la mujer, quien luego de relatar, a grandes rasgos, sus inicios como danzante, se integra a las filas que forman aquellos niños que visten de rojo y sus rostros reflejan la pasión por lo que hacen.