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Ver a la gente sana, su mejor recompensa

JORGE RODRÍGUEZ ESTRADA.

La señora De la Cruz Rivera cuanta las grandes satisfacciones y los sinsabores de su profesión

EL SIGLO DE TORREÓN

SAN PEDRO, COAH.- Muchas experiencias ha obtenido Ana María de la Cruz Rivera a lo largo de 11 años como enfermera. Grandes satisfacciones y sinsabores, pero esto le ha ayudado a confirmar que no se equivocó de profesión.

Cuenta que desde muy joven le apasionó todo lo relacionado al tema de aliviar el dolor a los enfermos, por lo que se prometió estudiar enfermería, sueño que cumplió luego de grandes esfuerzos, hace ya 11 años.

Sus familiares, que en un principio no aceptaron muy bien tal propuesta, pues deseaban que mejor estudiara la carrera de medicina, luego de dieron cuenta que no hubo mejor decisión que ésta, donde Ana María ha logrado desarrollarse individual y laboralmente, obteniendo con ello muchas satisfacciones personales.

?A la par de mi graduación contraje nupcias con un novio con el que llevaba de relación varios años. A la fecha procreamos dos niñas. Una de nueve y la otra de cuatro años, quienes me han asegurado que cuando sean grandes estudiarán para doctoras?.

Durante su trayectoria como enfermera en las instalaciones de la Cruz Roja de San Pedro, ha recibido agradecimiento de muchas personas, pero también ha habido quienes la han criticado por cumplir con su trabajo, que considera un apostolado.

?Algunos familiares de quienes son atendidos en el puesto de socorros, insisten que se le dé un pronóstico lo más real que se pueda. Incluso preguntan que si el herido va a morir o quedará lisiado a lo cual no podemos responder, pues para ello está encargado el médico de turno?, explica.

?Esta actitud que nosotros como enfermeras consideramos ética, nos ha acarreado inclusive hasta insultos y altercados con personas que algunas veces se encuentran en estado inconveniente y quieren saber toda la verdad de un solo golpe?, dice.

Afortunadamente, una vez superado el doloroso trance, algunos familiares de los pacientes reconocen que no está en manos de la enfermera dar a conocer este tipo de noticias. ?Hay quienes agradecen esto, pero otros no lo llegan a reconocer?, asegura.

Cuenta entre sus anécdotas que lo más agradable que le ha ocurrido, es estar consciente al nacimiento de sus dos hijas.

?¡Es lo más maravilloso que me ha sucedido! No es lo mismo atender de parto a decenas de mujeres. Tampoco es lo mismo pujar que decir ¡puje!?, expresa sonriente Ana María de la Cruz Rivera, al recordar el nacimiento de sus hijas.

?En la profesión de enfermera, además de las percepciones que se reciben por el trabajo, la gran recompensa es que la persona a la que se atiende sane. Y todavía es más satisfactorio que se lo agradezcan, no con dinero ni obsequios, sino con un simple gracias?.

Un triste recuerdo

Así como hay sucesos gratificantes dentro de la labor que calladamente realizan las enfermeras, también existen acontecimientos durante los cuales se ven involucradas como cuando un familiar de ellas, llega a estar enfermo.

?Nunca olvidaré el día en que mi madre murió. Estaba internada en el Hospital de Especialidades No. 71 del Seguro Social en Torreón. Llevaba ya varios días cuando empeoró su salud. Falleció en mis brazos?, recuerda con tristeza Ana María.

De esto hace ya cuatro años y aun persiste el dolor y la impotencia de no haber podido hacer nada para prolongar su vida. De ahí que sea una de sus experiencias más dolorosas durante su labor como enfermera.

?No me arrepiento de haber estudiado enfermería?, asegura con firmeza Ana María de la Cruz Rivera, al celebrarse hoy, seis de enero, el Día de la Enfermera.

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