Nuestros subagentes buscan en Internet alguna institución internacional que venga a Torreón a hacerles pruebas de IQ a los flamantes directores que integran la Administración de don José Ángel Pérez, el cual tiene que hacer malabares para atender todo lo que éstos, por falta de sensibilidad, sentido común o interés, no hacen. Son buenos para cobrar, pero no para trabajar. Nos platican que al alcalde le llegan todas las broncas, porque no tiene ?apagafuegos? que le atienda los conflictos en áreas claves. Le falta quién le maneje las relaciones públicas o le controle la agenda y que sean más expeditos y ofrezcan mejor trato que los actuales encargados. Así, la fila de ciudadanos que esperan la atención del alcalde es larga y se conforman con que los escuche, los atienda, aunque no les resuelva.
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Y hablando de don José Ángel, nuestros subagentes nos informan que no es lo mismo decir que hacer. Y es que le prestaba más atención y buscaba constantemente el reflector de los medios de comunicación cuando era diputado local, por ejemplo cuando hacía donativos a instituciones de beneficiencia o en asuntos como el DVR. Ahora que se sabe de la necesidad de demolerlo parcialmente, el alcalde según dijo, ni estaba enterado. Estaba esperando que le hablara el secretario de Obras Públicas, Eduardo Olmos y le informara. Admite que no puede estar en todo pues trabaja para buscar beneficios para la ciudad y reconoce que aunque tiene directores, a los que se les ?había pasado? estar al pendiente de lo que sucede con el puente que en esta temporada de calor presenta movimientos. A lo mejor tampoco sabía que el gobe don Humberto declaró que el DVR requería de ?cirugía mayor?. Respecto a sus directores, el confiado alcalde insiste en que ?ahí van?.
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En cuestiones de seguridad, también las cosas andan muy mal en Torreón. Este miércoles por la noche dos guardias que trabajaban en la discoteca D Var, fueron detenidos por vender grapas de cocaína. El problema no es nuevo, sin embargo, las anomalías en los antros van en aumento. Basta con darse una vueltecita por estos lugares para ver cómo se permite la entrada a menores de edad, los cuales sin mayor problema ingieren bebidas alcohólicas. Al existir un exceso en la ingesta de alcohol, es más probable que ocurran los pleitos, aquí cabe recordar el hecho ocurrido en febrero de 2005, donde un joven perdiera la vida en el antro Don Quintín tras ser golpeado. Por desgracia, los enfrentamientos en estos lugares son cosa de cada fin de semana, para muestra un botón: el pasado viernes en el interior de la discoteca Deep se suscitó una batalla campal entre varios jóvenes, según consta en la averiguación previa que se integra en la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Uno de los afectados fue brutalmente golpeado por los guaruras de uno de los rijosos y por el equipo de seguridad de la misma discoteca. Aquí la pregunta es ¿cómo se puede ingresar a estos lugares estando armado, como lo hicieron los guaruras? El hecho pasó inadvertido para las autoridades municipales, pero no para la sociedad. Lo cierto es que urge poner un remedio a las cuestiones de seguridad en los antros. Es necesario que Don José Ángel ponga un correctivo, antes que ocurra una nueva tragedia.
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Por cierto ya que hablamos de antros, los que se la pasan afuera de estos lugares son los agentes viales, pero no para brindar seguridad, sino para detener a diestra y siniestra y extorsionar a quienes visitan discotecas y restaurantes. Con menor pretexto se detiene a los conductores, pero no se les infracciona, ya que los agentes pasan la charola por delante.
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Nos comentan que mientras Desarrollo Urbano Municipal a cargo del jefazo Alberto Hermosillo, se lava las manos en el desaseado asuntillo de los puentes peatonales concesionados en la anterior Administración municipal y que pese a los meses y meses es hora que no los construyen sobre el Periférico, los pocos que hay, ya cumplieron cabalmente su objetivo que es básico y principalmente uno: la publicidad. Nos explican que pese a que las autoridades admiten que están de rehenes de los concesionarios, porque según Hermosillo Morales tienen miedo de quitarles la concesión porque luego se amparan, los publicistas gozan tranquilamente de la renta de esos espacios. Muestra de ello es la pasarela de pendones y posters que lucen las estructuras de todos los candidatos a diputados federales y senadores. ¿A quién le importa que no estén terminados?, ¿a quién le interesa si están bien hechos y si son seguros para los usuarios?, eso es lo de menos cuando lucen plagados de publicidad de los aspirantes a una curul.
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El llamado Gobierno de la gente que encabeza Humberto Moreira Valdés, anunció ayer viernes que el ex titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Pedro Aspe Armella, se convirtió en asesor financiero de la Administración estatal. Todavía no se conoce a ciencia cierta el trabajo concreto que el ex funcionario federal va a realizar en Coahuila y mucho menos se ha dicho los costos económicos que sus servicios van a representar para el erario estatal. Por si no lo recuerda, Pedro Aspe fue jefe de la política financiera en el tristemente célebre y famoso Gobierno encabezado por Carlos Salinas de Gortari. Sí, Aspe Armella es uno de los principales protagonistas de la política económica neoliberal impulsada por los gobiernos priistas y seguida puntualmente por el panista Vicente Fox.
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Si bien es cierto, como titular de la Secretaría de Seguridad Pública en Coahuila, Antonio Garza García, tuvo más o menos bajo control el asunto de los sangrientos enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes, no ha podido hacer lo mismo ahora que ocupa el mismo cargo, pero en el Gobierno de Nuevo León. Hace cosa de dos semanas Garza García, fue incorporado al Gabinete de Natividad González Parás y desde su nombramiento más de seis personas han sido asesinadas a balazos, en eventos ocurridos en plena calle, ante la luz del día. Todo indica que ahora, al comandante de la Policía Federal Preventiva le va a costar más trabajo negociar y llegar a acuerdos con los narcos, tal y como lo hizo y con cierto éxito, en Coahuila.
